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SaintGermain · 31-35, M
Al igual que ella, el recibir tantos halagos era algo muy poco frecuente para él, siendo que había pasado mucho tiempo después de haber tenido una relación tan seria como lo que ahora acontencía.

Y por un acto instintivo, aquel extendió su siniestra, recibiendo con gran delicadeza la mano de la emperatriz. donde su pulgar se paseó en una suave caricia sobre la dorsal de ella, mientras que éste acortaba la distancia que les separaba.

— Mi bella dama, nada me horaría más que el ser merecedor de tan maravillosa petición de tan maravillosa mujer. Pero, no solo esta noche. . . sino todas las demás hasta el fin de los tiempos a lado de la mujer que ha logrado cautivar mi corazón con los actos de amor que desde el primer día has mostrado.
Tantos halagos hacia su persona le ponían nerviosa, mucho más de lo que nunca imaginó que se pondría, se supone que a la edad que tenía y todas las experiencias que había vivido, estaría acostumbrada, pero recibirlas de Melde, era majestuoso, le hacía sentir como una joven adolescente enamorada.

Lentamente, tendió su mano diestra hacia él, esperando a que se la tomara.

— Gentil caballero, ¿Gusta bailar conmigo en esta noche de gala? Creo que entre todos los presentes, usted es el más indicado para bailar toda la noche con esta eterna enamorada de usted. He de confesar que me tiene embelesada desde la primera vez que lo vi.
SaintGermain · 31-35, M
— Tal vez eso sea cierto, sin embargo, eso es porque tú me miras con ojos de amor, Lia.

Respondió sin dejar de mirarle, era una mirada totalmente perdida y enfocada al mismo tiempo. Nada parecía que le distraería de ella, al tiempo en que se encargaba de grabar en su memoria cada detalle.
Por un instante tenía la vista en otro punto, más cuando escuchó la voz de su amado Melde, volteó a verlo. Había calidez y dulzura en su mirar, una ternura que jamás había mostrado a nadie, salvo a sus hijos. Lentamente, sobre sus labios se formó una pequeña sonrisa y un tenue rubor inundó sus mejillas.

— Eso es porque me vez con ojos de amor, Melde. Tal como para mi, tu belleza y majestuosidad no tiene comparación alguna.
SaintGermain · 31-35, M
Se tomó unos segundos para admirar a su amada ante la repentina llegada. Se acercó y en un gentil gesto colocó y acomodó aquel arreglo floral sobre la cabellera a base de flores de cerezo y un cristal con la apariencia de alas de mariposa mostrando diversos colores al reflejar la luz.

— Tal vez no sea muy lo tuyo, pero debo admitir que ni las flores superan la belleza que eneñcuentro en ti, mi dorada emperatriz.

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