Y tan pronto como se dió aquel tirón de su camisa, sus rostros estuvieron tan cerca que hasta cierto punto parecía algo intimidante, más él supo mantener la calma ante brusco actuar.

— Creo que sería mucho más factible para los dos sostener esta reunión en tu oficina. . . Después de todo, es importante revisar ciertas. . . posturas ¿No lo crees?

Agregó envalentonado mientras ajustaba la altura de aquel par de anteojos que usaba al tener una vista deficiente. Sonreía ligeramente, confiado de ello, mientras le mostraba una aguda y perspicaz mirada.

Por un momento vio sus reacciones fijamente, tal parecía que no podía aguantar aquellas ganas que eran tan notorias, así que achicó la mirada y ladeó un poco la cabeza, cruzándose de brazos

— ¿O es que acaso quieres ir a mi oficina?

Una vez más le guiñó el ojo y se acercó a su amado, tomándole por el cuello de la camisa, de la cual dio un pequeño tirón para acercarlo a ella.

Tosió un par de veces, cubriendo al miemo tiempo su boca con su puño, en un intento por mantener la compostura. Aunque sabía que muchas veces era complicado teniendo en cuenta lo atractiva que resultaba a los ojos del varón. — Ejem. . . si, lo entiendo. . . — Así mismo un ligero rubor apareció en su rostro, más con aquella muestra de coqueteo.

Por un momento se echó a reír y se cerró la blusa. — Es broma, cariño. Aún hay mucho trabajo que hacer. Quizás en la noche... Te de todo lo que quieras. — Coqueta, le guiñó el ojo.

Desvió su mirada a ambos lados, verificando que no hubiese nadie cerca. — Ninguno en lo abslouto. . . — ¿Realmente importaba? Claro que no.