« Back to Album · Next »
Newest First | Oldest First
SaintGermain · 31-35, M
... escuchado aquellas palabras antes de desaparecer de la ubicacion especial, mismo que no pudo contenerse más y aproximó su rostro con el de ella para cerrar aquel momento con un apasionado beso sobre los labios de la soberana de Eirween. "Te amo." respondió en pensamiento a su mujer.

Al aparecer en aquel lugar esperado, el joven de celeste cabellera mantendría aquel beso mientras sostenía con su siniestra la nuca de su amada, hundiendo sus dedos en aquella blanca cabellera y deslizando el tacto de su diestra a través de la zona lumbar hasta los glúteos bien definidos y acentuados por aquellas panti medias que completaban aquel vestuario tan peculiar y atrevido; mas el no se detendría solo con alcanzarlas, sino también buscó hundir sus falanges sobre la carne estrujar la misma en un acto tan atrevido como el de ella.
SaintGermain · 31-35, M
Su piel se erizaba con cada caricia que ella propinaba sobre su espalda, al igual que el cambio de dirección que el tacto femenino ocasionó en aquella faena amorosa que claramente acrecentaba entre ambos más y más. Su mirada cristalina se centró en la de su amada; cada vez menos podía controlar su deseo, por dentro poco a poco sentía que las cadenas reventaban por la tensión y trataba de controlarse pero todo era inútil, y era fácil de ver en su mirada; ya no deseaba esperar más por amar a la mujer ante sus ojos.

Por su parte, aquel junto ambos cuerpos aprovechando tanta cercanía mientras sus brazos rodeaban la esbelta figura de la emperatriz, reaccionando al atrevido tacto sobre su entrepierna, esto había provocado teñir el rostro del guardián azul en un suave carmín. Ambos deseaban lo mismo.

Pronto aquel viento les envolvió llevándolos a un nuevo sitio, un lugar más íntimo, un lugar en el que podrían dar entrega de todo lo que estuvo reprimido durante tanto tiempo. Había...
para hacerlos desaparecer del lugar; se llevó a su hombre a un lugar más privado y cómodo para poder disfrutar de su reencuentro, de esa faena y el descontrol amoroso que solo él provocaba en ella.

— Te amo. — Son las últimas palabras que quedaron enmarcadas en el viento antes de desaparecer de aquel lugar.
Por un solo momento subió la mirada para verlo directamente a sus ojos, denotándose en los mismos aquellos sentimientos salvajes que tenía por él y por el momento comprimía, no los dejaba libres de sus cadenas. Su cuerpo tiriraba entre los brazos de su amado y la ansiedad se hacía presente en esas temblorosas manos que se fueron a explorar el cuerpo masculino. Detallaba con las yemas de sus dedos cada parte de la espalda de su amado, subiendo y bajando por la misma, hasta que una de sus manos fue a buscar un rincón en específico, oculto y secreto de la fisionomía contraria; deslizó esa mano hacia el frente de su cuerpo y en seguida, hacia abajo, pasando por su pecho, su abdomen y terminando sobre su entrepierna. Sentia un dejo de pena al pensar en que cualquier persona podría mirarles en ese momento tan íntimo, pero es que había extrañado tanto a su amado, que su instinto era más grande que su pena, pero el pudor es lo que la llevó a rodear ambos cuerpos en una fuerte ventisca, para ha
SaintGermain · 31-35, M
Su mirada se mantuvo entre abierta al sentir sobre su piel aquellas formas de la emperatriz, por leves instantes su ceño se fruncía con cada mordida, aguantando aquel leve pero punzante dolor, hundiendo sus dedos al abrazar. Poco después sentía algo de alivio y, al mismo tiempo, le hacía temblar el tacto de sus labios y lengua sobre cada mordida, logrando el objetivo de amenizar el dolor.

—Solo tu tienes palabra para dar calidez al frío de mi ser... Tan suave y cálida, Liannette.— Susurró a su oído al tenerla en sus brazos, al mismo tiempo que paseaba la yema de sus dedos sobre la piel de los brazos ajenos.
— Solo tú tienes palabra para alargar mi piel que a veces incluso puede ser áspera, cuando las escamas del wurm se hacen presentes que la vista. Eres muy dulce, Melde.

Respondió en un sutil tono, mirándolo de reojo, mientras daba una nueva mordida a su cuello, incluso capturando entre sus dientes la carne, la cual jaló con suavidad, hasta que por si misma se libraba. Luego daba pequeños besos y lamidas en esa zona mordida, como si quisiera aminorar el dolor o el ardor que le había causado.
SaintGermain · 31-35, M
Escucho tranquilamente sin despegar la mirada de la emperatriz en sus brazos, ventajosamente sus manos se pasearon con suavidad sobre la tersa y suave piel de la espalda de ella que permanecía descubierta gracias a la vestimenta actual. Así mismo había cerrado susparpados al recibir aquel beso en sus labios seguido de una cadena de iguales sobre su rostro. —No solo tus ojos se tornan dorados en tu calidad de Wurm, sino también cada que percibo una mirada hacia mi... Se torna brillante...— frunció el entrecejo ligeramente al sentí aquella mordida, era un dolor placentero; al mismo tiempo que apretó ligeramente sus dedos en espalda ajena y comprimir con ello ambos cuerpos. —Es un aroma que se mezclará perfectamente bien con el tuyo, pues también a mí me encanta... Tu aroma; tu piel, al tacto,es tan suave como la más fina seda de oriente...—
— El romanticismo fuera es hermoso. Pero el romanticismo en la cama no solo es hermoso, es un arte. — Ahora sus labios fueron a explorar la piel de su amado, dejando un camino de besos desde sus labios, pasando por su mentón y finalizando en su cuello, donde con atrevimiento dejó una pequeña y sutil mordida, enmarcando su tersa y blanca piel. — A mi lo que me encanta... Es tu aroma.
SaintGermain · 31-35, M
—Me gusta tanto como cuando te miras tan dócil.— Al igual que ella se aferró al provocativo cuerpo de la emperatriz ataviada con una imagen de conejo. Le siguió con la mirada, hasta cuándo recibió aquel beso. —Creo que abuse de mi deseo por el romanticismo, pero me intriga mucho al verlo en aquel lugar donde dices.—
— ¿Mis ojos dorados? Pero... Si son dorados es cuando el wurm despierta. ¿Acaso te gusta verme caótica? — Levantó solo un poco la mirada, mostrando ese par de ojos escarlata que, ante la mirada de su amado se volvían lentamente dorados, solo para complacerlo de llevarlos así. Ahora, que de alguna manera esa parte "oscura" de su ser estaba presente, sonrió a medio labio, mostrando un poco uno de sus colmillos. Se aferró lo que pudo al abrazo y dio un pequeño beso a la comisura de los labios de su pareja. — Seguramente te gusta esto, pero en mi cama, ¿verdad? ~

Add a comment...
 
Send Comment