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Manahasraddhya · 22-25, M
[...] la compañía, pues priorizó la prudencia, lo que pudo observar cuando entre tanto tumulto se escondió lo dejó, en un principio, completamente desconcertado; luego se vio obligado a hacer algo por tal asunto, frente a una amenaza estuvo, pero aquella es una que no puede silenciar con el filo de su fiel espada, no; aun faltaban años para que él pudiese desvainar sin que fuese un verdadero suicidio.

¿Entonces para qué? ¿Qué ganaba él buscando a quién no debía? La intriga, tal vez el temor o simplemente el vaticinar de una tragedia, en su búsqueda fue para dialogar, una meta él tenía y esperaba que su inteligencia le permitirse lograr esta.
Manahasraddhya · 22-25, M
No existe la casualidad para los cazadores; quién busca a su presa con perspicacia y la suficiente paciencia, incluso si es en el lugar más recóndito acaba por hallar las huellas de aquello que tanto anhela. Así fue como luego de una vez observarla desde la lejanía, se dispuso silencioso a perseguir su rastro hasta que ambos fueran las únicas almas que habitaran ese mundo.

La frialdad del crepúsculo impera en un firmamento nublado, la amenaza de una lluvia, allí arriba algunos dioses se baten a duelo y por eso los truenos en la lejanía, aún así su visión no flaquea, había ido preparado, la luminosidad de un diminuto farol que cuelga del lado diestro de su cintura le permitió seguir sus propios paso, en una arboleda cuyos habitantes son especialmente descomunales había parado, para ella podía ser una ruta de escape, para él era un territorio lejano al que solía frecuentar con el resto de sus aliados.

En su momento no supo intervenir, quizá no actuó acorde a los códigos de [...]

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