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Ese día, el pequeño estaba regresando de la escuela, algo de rutina, cuando algo sin duda llamó su atención. Se trataba de un sujeto a quien notaba un tanto familiar, este, a sus ojos inocentes buscaba algo o alguien, así que sin más se acercó para preguntar. { ¿Está perdido, señor? }
 
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*Ante la pregunta, el joven reacciona un tanto estoico, y, antes de responder, da un largo suspiro, para decirlo con calma.* Tan sólo regresa de un asunto que, como Monarca tiene, y estará aquí. Contigo, y tu hermana.

*Tras ello, se dispone a retirarse, en ése momento deseando ansioso decirle la verdad, aunque, se cohíbe, ya que, en aquel momento no entendería las líneas temporales y, por supuesto, tampoco comprendería que no podría visitar la tierra con su edad completa; para traerlo de vuelta.*
LVK1572801 · 18-21, M
Dejándose llevar por el mayor, su mirada ahora se posó en todas direcciones, totalmente eufórico de ver por primera vez un castillo de dentro. Siempre pensó que nunca podría ir a visitar uno en su vida por su malo sustento económico, así como también la imposibilidad de hacer ciertas cosas que un niño de su edad puede hacer con facilidad.

Estaba entretenido y muy curioso por todo lo que veía. Estructuras, escalera, las luces, así como también el amueblado de la misma. Así que tras ingresar a la habitación y ser bajado, lo primero que hizo fue arrojarse boca abajo sobre el mullido lecho.

{ Ah, calentito~ } Se abrazó a la almohada un momento después y luego de ello miró al hombre con una enorme sonrisa de felicidad. { ¿Cuando veré a mi padre? }
Si. Pero, además tu padre proviene de este lugar, al igual que tú... *Responde con tranquilidad, con el niño a la espalda, mientras, ya acercándose al castillo, sigue el camino, abriendo las puertas principales, para entrar con él.

Una vez adentro, sube las escaleras del gran salón, para acceder a los de dentro de las torres y, al final del recorrido, abrir una elegante puerta de caoba, para entrar a una habitación, amplia y con cómodos muebles, al igual que cálidos y bien iluminada, con grandes ventanales.*

Esta será tu habitación. *Musita levemente, bajando al suelo al pequeño. Para dejarlo recorrer lo que será su espacio, en libertad.*
LVK1572801 · 18-21, M
{ ¿Rey? ¿Por eso se fue? } Preguntó el niño con bastante curiosidad aunque muy en el fondo no creía en sus palabras ya que, su madre, siempre lo describió como un asesino desagradable y golpeador, en su cabeza le era imposible relacionar todo aquello como una figura importante. De momento solo asintió con la cabeza y sonrió, volviendo a aquella expresión encantadora. { Espero verlo pronto. }
Tu padre vive en el castillo. Es el Rey de Drachenzunge, ya lo conocerás. *Responde el esparvus, con cierta seriedad, mientras camina hacia el castillo, aún con el niño sobre su espalda.* Y no sólo tu primer nombre es herencia de él. También el segundo, ya te explicará cuando lo veas.

*Por supuesto, que, como había rejuvenecido, no podría decir en el momento que él es en realidad su padre, y, por supuesto, toda la explicación detrás de aquello; por lo que esperaría a recuperar su edad auténtica, para presentarse al pequeño como su padre legítimo.*
LVK1572801 · 18-21, M
El pequeño miró a sus alrededores, todo ese inmenso y nuevo lugar, muy diferente a lo que estaba acostumbrado. Esa emoción no la perdió en ningún instante, más aún luego de ver el gigantesco castillo preguntándose si se trataba de algún rey u alguien conocido, pero por lo pronto prefirió callar y no ir mucho más allá de su curiosidad como niño.

Rápidamente se trepó a la espalda de aquel hombre, para de inmediato voltear su cabeza de lado a lado mientras era llevado.

{ Mi mami me llama Bastian porque a ella no le gusta el nombre que mi padre me heredó, dice que es un sujeto malo y desagradable. Me gustaría conocerlo algún día, pero no se donde está... }
*Realmente no esperaba que estuviese tan emocionado, o al menos, no lo esperaba que lo estuviese desde el primer momento. Algo que, sin duda, para el esparvus sería tomado como un buen comienzo.

Sin duda, y lo imagina, un esparvus jamás se sentiría en casa en le mundo terrenal, aunque no sepa de la existencia de Einfellterra.

Tras cruzar el portal, con el niño junto a él, vislumbra a sus alrededores, y, sin duda son los terrenos de su castillo, sólo que, al otro lado de los mismos.*

Vamos. *Musita levemente, antes de cargarlo sobre sus espalda, al estilo caballito.*

¿Cuál es tu nombre?
LVK1572801 · 18-21, M
El menor se mantuvo inmóvil, externo a todo lo que ocurría alrededor del mayor, pese a su inocencia, sabía que ese sujeto era peligroso, pero aún así hizo caso por el mero hecho de no volver a ese lugar que tanto detestaba por años.
Por supuesto que todo su juego terminó cuando esa luz extraña se manifestó de un momento al otro, captando completamente su atención y sin mucho rodeo, se dirigió hacia aquella a pasos rápidos para observar con sus ojos lleno de brillo ese "acto de magia" { ¡Woooh! Qué lindo... } Musitó en un tono suave y maravillado, mientras lentamente su pequeña manito se sujetó a la gran mano del hombre, jalando sutil de ella, emocionado por la idea de irse a ese mundo mágico. { ¡Vamos! ¡Vamos! }
(...) sólo murmura.* Di adiós a este lugar.
*Sabe que el pequeño no se mueve del lugar, por la energía del mismo, y, además, sabe que está tranquilo.

Parte del pequeño, le recuerdan a él mismo, cuando era un niño, sólo que, a juzgar por la edad, el niño es algo más grande que él cuando se le acabó aquella inocencia, cuando fue destruida de tajo. No pasaría lo mismo. No ahora que es el esparvus más poderoso de Einfellterra.

Un rato y, finalmente encuentra lo que busca, en un vicioso y, al mirar sus ojos, posible asesino, caído y en ruinas bajo el mismo. No le servirá a ningún otro terrenal. Por lo que, sin dejar que el pequeño presencie aquello, deshace la garganta del humano con sus garras, pese a que este intenta acuchillarlo, rompiendo el artefacto al chocar contra el férreo cuerpo del esparvus.

Unas palabras den demoníaco antiguo, y el portal queda abierto, antes de llevar al pequeño, patea el cadáver para que quede lejos de la vista.

Una vez va por el niño, y, antes de cruzar el portal, tan (...)

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