No lo sé... creo que la experiencia habla a favor. **Es lo único que musita, como última respuesta a su hermano. Sin embargo, cuando él hace ese saludo con el peluche, ella sonríe de manera alegre, para responder con el conejo, tomando su patita para hacer el mismo gesto.** Si. Siempre te daré mucho amor.~ **Pese a disfrutar el tiempo con su hermano y responder aquel juego, ciertamente, para la pequeña, desde mucho antes de aquella conversación, ha pensado en todo aquello. Sin embargo, si bien, no le gustaba el miedo que le tenían, mucho de este por culpa de su incontrolable poder, tampoco negaría que, de ser posible, le gustaría conseguir ambos a futuro. Ser temida, pero también amada, ¿sería capaz de lograrlo?**
{ Aún así... ¡Es mejor ser amado que ser temido! } Es lo último que expuso el chico para luego tomar un nuevo peluche, este con forma de oso para luego agarrar una de sus patitas para saludar al conejo que la niña tenía consigo. { A mi me gusta que me den mucho amor. ¿Me vas a dar amor, señor conejo~? } Musitó en un tono aniñado para simular la voz de ese peluche mientras este mantenía una alegre sonrisa y claro, a la espera de la respuesta de ella.
**Con seriedad, toma el conejo de trapo para observarlo a detalle, escuchando todo lo dicho por su hermano. Y, aunque conoce la respuesta a la pregunta de su hermano, tampoco puede desestimar todo lo hecho por su padre.** No sé como estaban las cosas... pero también he escuchado que muchos dicen que son mejores ahora. Además, padre no ha castigado campesinos porque las cosechas se hacen malas o... por cosas así. La mayoría le teme y odia a nuestro tío porque luego los caza sin que hayan hecho algo malo. Y tal vez padre no lo sabe... Sus castigos han ido más a los paladines o familias nobles que fallan. **Pese a ser una niña, también sabe que, en el caso de los aldeanos, su padre no ha ordenado ejecuciones hacia estos, siempre que se dediquen a su trabajo.** Y dicen que muchas cosas han mejorado para ellos. Puede que tengan miedo... pero sus vidas han mejorado, y se olvidan de eso...
{ En todos los pueblos que he estado, me reciben bien... ¡Y me regalan cosas! } El niño tomó uno de los tantos peluches que tenía para enseñarselo, un conejo negro con botones de sus colores de ojos en su rostro, y claro vestido con uno de los atuendos del príncipe. { Mira que bonito, lo hicieron para mi. Me dijeron porque soy adorable y siempre les traigo felicidad. } Dicho aquello le dedicó una amplia sonrisa amigable a la par que negó con su cabeza sobre esas palabras impuestas por su padre. { El miedo lastima... Eso es lo que dicen los aldeanos. Prefieren que los traten bien y les ayuden a corregir sus errores. No les gusta fallar y ser castigados por ello. ¿A tí te gusta que padre te sea indiferente cuando fallas en algo? }
Aún así temerán... siempre lo hacen, y por razones estúpidas. **Responde, un tanto irritada, pensando en su propia naturaleza y, aunque, su padre siempre le había enseñado que para un Monarca es preferible ser temido, que ser amado. Aún no comprende porque, y, pese a ello, aún no deseando atraer temor, lo terminaba haciendo por ese poder que, cuando se alteraba de descontrola.** Padre dice que la gente hace de lado el amor cuando ven algún otro beneficio... dice que con el miedo no es fácil que traicionen.
{ Porque muchos niños tienen padres que hablan mal sobre nosotros y sobre los paladines. Nos tienen miedo. Cuando me presento con mi título de príncipe juegan con miedo, pero cuando lo hago normalmente disfrutan pasar tiempo conmigo. Siempre que terminamos me presento y me ven con otros ojos... } Comentó de modo natural y con una sutil sonrisa ya que podía ver como el dejarse conocer valía mucho más que un título. Desde luego todas esas cosas que hacía en los pueblos eran para afianzar indirectamente los lazos con el resto del mundo. { No me gusta mucho la capital... los pueblos son más divertidos. Allá puedo jugar tranquilo sin que se me acerque un paladín a preguntar si necesito algo. }
{ No me gusta llamar mucho la atención... Si lo hago los niños me ven raro y no juegan conmigo. } Musitó con un pequeño puchero mientras le observaba atentamente.
