El suicidio de Catón el Joven fue un potente símbolo político y moral. El último defensor de la República romana contra la tiranía de César pasó a ser un héroe republicano y un modelo de sabio estoico gracias a Cicerón, Séneca, Plutarco y otros, aun cuando estos mismos autores no escondieron las contradicciones éticas y políticas de su comportamiento.
Catón confundió la ética personal con el deber político y con ello no sólo transgredió la ley de Dios, sino que quebrantó la ley que dicta la preeminencia del bien de la comunidad al rehusar la clemencia de César. No entendió que el juego del poder había cambiado de reglas y que ahora el buen sentido prescribía la aceptación del triunfo de César.
❝Estos Catones con título de cuerdos, de modestos y devotos, cuando entran en el Senado llevan veneno encubierto y dan consejos doblados. En una parte llevan el acíbar dentro de sí, y por la parte de afuera, el oro de buen gobierno❞
Catón clavó una espada en su estómago, sobreviviendo a la grave herida. Sin embargo, al estar solo abrió los puntos y se arrancó las entrañas con sus propias manos.
Tras saber la noticia, Cesar exclamó:
❝Catón, a regañadientes acepto tu muerte, como a regañadientes hubieras aceptado que te concediera la vida❞
