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LV1552459 · 31-35, M
sólo ellos podían ser, observaban a Qiang, atraídos por sus rasgos orientales, tan peculiares y ajenos a toda Roma.
Se mofaban basados en su ignorancia ¿Un Evocatio dejando semilla de sangre mixta?
Que las furias se mearan a carcajadas sobre su cadáver era lo mínimo que le podrían desear a Lucio Voreno en más de una ocasión.
Pero hizo oídos sordos en ésta ocasión, pues había visto el miedo en los ojos de Qiang momentos atrás ¿Qué le estaba enseñando al chico?... No iba a hacer gala de su violencia una vez más; era torpe a la hora de mostrar afecto, hosco y a veces demasiado frío, pero por esta vez, aunque su mirada advirtiera el peligro, se detuvo un momento para permitir que Qiang se emparejara mucho mejor a su costado, esto para colocar la diestra justo encima del pequeño y delgado hombro de su hijo, arropándolo bajo su protección y cuidado de esa manera.
– No bajes el rostro, Lucio. –le llamó firme, pero con la gentileza de un padre engrandeciendo a su sangre, mostrándolo al
Se mofaban basados en su ignorancia ¿Un Evocatio dejando semilla de sangre mixta?
Que las furias se mearan a carcajadas sobre su cadáver era lo mínimo que le podrían desear a Lucio Voreno en más de una ocasión.
Pero hizo oídos sordos en ésta ocasión, pues había visto el miedo en los ojos de Qiang momentos atrás ¿Qué le estaba enseñando al chico?... No iba a hacer gala de su violencia una vez más; era torpe a la hora de mostrar afecto, hosco y a veces demasiado frío, pero por esta vez, aunque su mirada advirtiera el peligro, se detuvo un momento para permitir que Qiang se emparejara mucho mejor a su costado, esto para colocar la diestra justo encima del pequeño y delgado hombro de su hijo, arropándolo bajo su protección y cuidado de esa manera.
– No bajes el rostro, Lucio. –le llamó firme, pero con la gentileza de un padre engrandeciendo a su sangre, mostrándolo al
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