« Back to Album · Next »
𝓕𝓲𝓵𝓲𝓸
 
Newest First | Oldest First
LV1552459 · 31-35, M
en estilo Romano, por orgullo, por obviedad, pero Lucio había cometido errores ya antes al labrar el camino de sus hijas, no iba a repetir el sendero con Qiang— Entrenarás conmigo ahora y cuando no pueda hacerlo, Pullo te instruirá, aprenderás a pelear como un Romano, pero con tu propio estilo. —anexó con una sonrisa surcado en la dureza de sus facciones, no era un hombre de cálidos gestos, pero lo intentaba.
LV1552459 · 31-35, M
de demostrar su valor, de ser "quien debía ser" al ser hijo suyo, mas no veía dicha en ello, más bien una carga que dolía en silencio.

No dijo nada al sentirlo golpearse con él, sólo le miró con la misma dureza, escuchándolo a su costado con las manos sobre la mesa, empuñadas, ligeramente encorvado.

— No tienes que esforzarte por ser algo que no eres. —puede que haya sonado demasiado crudo en inicio, incluso él mismo sintió que soltó las palabras en un tono muy frío, mas no era eso lo que quería transmitir; por ello, carraspeó y se giró un tanto para mirarlo, llevando una de sus grandes manos sobre el hombro de Qiang, sujetándole— Es decir... —pausó, buscando las palabras adecuadas para el momento— No tienes que demostrarle nada a nadie que no sea a ti mismo. No tienes que ser lo que todos están esperando, tienes que ser lo que tú esperas de ti mismo. —le estrechó el hombro casi ajeno a sus propias palabras, la verdad era que en otros tiempos le habría exigido perfeccionarse(...
LV1552459 · 31-35, M
El silencio en el evocatio prometía un largo sermón. Su mirada dura y su expresión cuadrada daba la impresión de guardar más de un regaño; pero Lucio aprendía con rapidez, que la mano dura no siempre era efectiva, que sus soldados podían suplicarle clemencia en castigo, pero que su fruto debía ser cuidado, lo aprendió a la mala, antes, mucho antes.
Y era difícil, era como arrancar la maleza de la tierra y volver a poner semillas esperando que ésta no volviera, él había sido criado así, a mano dura, con valores altos y orgullo claro, recio, bien forjado. Pero Qiang... Era un fruto tierno, fuerte, pero de habilidades más propias de su madre, no llevaba consigo la marca romana sobre la piel o el rostro, quizá la llevaba en el alma, pero no en batalla.

Tenía conocimiento de ciertos altercados, incluso había tenido que castigar a uno que otro Legionario por emitir juicio alguno sobre su vástago y su mujer, mas nunca quiso mencionarlo con ellos.

VeĂ­a en Qiang la necesidad (...)
ZhenQiang · M
Mayor se enojara por su incompetencia antes de terminar la frase.

─ Prometo que me esforzaré el triple para lograrlo!
ZhenQiang · M
─ Sí, estoy bien ─aseguró, suspirando.

No podía ser tan egoísta de arruinar la imagen de su padre solo por no tener la capacidad de seguir órdenes simples. Qiang estaba tan concentrado en eso que no notó cuando el mayor se detuvo para sentarse, chocando contra las piernas de él. El impacto casi le hizo caer, pero logró mantenerse estable gracias a que Kahn se acomodó justo detrás como si pudiese leerle la mente al niño y transformarse en cómplice.

─ La verdad es que ─dijo antes de subirse y sentarse en junto como pudo─. Me cuesta aprender a luchar como un romano ─prefirió quedarse con sus propias falencias antes que culpar a la academia o delatar a los compañeros que le molestaban por su apariencia─. Siempre gano mis peleas, pero siempre me ponen la calificación mínima por no seguir el estilo que enseñan. Yo… de verdad que lo intento Padre, pero no lo siento como algo mío. Pero ─titubeó, alzando las manos y sacudiéndolas hacia los lados en un gesto de evitar que el
ZhenQiang · M
─ Estoy bien, eso creo.

¿confesarle qué apenas si se podía él cuerpo y que por lo general era Kahn quien le cargaba a casa luego de cada entrenamiento? De inmediato recordó aquel día donde papá fue condecorado por su valor en la guerra. Mientras él era bien recibido por otros oficiales y representantes del parlamento, Qiang se quedó en el pasillo oscuro justo detrás, donde las largas cortinas de seda traslucida se mecían con la brisa. Allí sería interceptado por otro soldado, quien se detuvo junto a él y observó como el padre era felicitado.

─ Tú padre es importante para Roma. La gente necesita de héroes a los que admirar y símbolos que les den esperanza cuando los enemigos del imperio los atormenta. Espero estés a la altura de eso ─dijo el mayor, retomando la marcha con una zancada agresiva que empujó a Qiang y lo lanzó contra el piso. El niño sólo le miró alejarse, pensando en que quizá su mera existencia “mestiza” era una carga que papá jamás podría quitarse de encima.
ZhenQiang · M
─ Papá. Digo, señor padre

Quizá ni él ni mamá le imponían una forma de expresarse, pero sabía que él era importante para el imperio y el ejército, por lo que hacía su mayor esfuerzo para no dejarle en vergüenza con actitudes poco acordes al hijo de un oficial. Kahn era enorme por naturaleza ya que su raza era entrenada para la guerra, por lo que el perro ni se inmutaba cuando Qiang le colocaba su bolso encima como si fuese un morral de carga. Hizo eso sin dejar de caminar, aprovechando que papá también redujo su ritmo para abrazar a su mascota.
LV1552459 · 31-35, M
mundo con orgullo, como quien lucha contra la furia de los dioses en un camino desértico y aún así sale victorioso. Poco o nada habría de importarle la opinión de un grupo de ladrones sin nombre.

– Nunca vuelvas a bajar el rostro. –afirmó, pasando de largo hasta llegar por fin a la casa que había visto nacer a sus primeras hijas, y dónde aún vivían luego de la muerte de Niobe, su primera esposa. Ahí tomó asiento frente a una de las mesas dispuestas en el patio, dándole la señal a Qiang de tomar asiento por igual.

Daba la impresión de que iba a reprenderlo, a juzgar por su rostro endurecido y sus pocas palabras, pero sobre todo, por la pregunta que cortaría el silencio–: ¿Qué sucedió?
LV1552459 · 31-35, M
sĂłlo ellos podĂ­an ser, observaban a Qiang, atraĂ­dos por sus rasgos orientales, tan peculiares y ajenos a toda Roma.
Se mofaban basados en su ignorancia ÂżUn Evocatio dejando semilla de sangre mixta?
Que las furias se mearan a carcajadas sobre su cadáver era lo mínimo que le podrían desear a Lucio Voreno en más de una ocasión.
Pero hizo oídos sordos en ésta ocasión, pues había visto el miedo en los ojos de Qiang momentos atrás ¿Qué le estaba enseñando al chico?... No iba a hacer gala de su violencia una vez más; era torpe a la hora de mostrar afecto, hosco y a veces demasiado frío, pero por esta vez, aunque su mirada advirtiera el peligro, se detuvo un momento para permitir que Qiang se emparejara mucho mejor a su costado, esto para colocar la diestra justo encima del pequeño y delgado hombro de su hijo, arropándolo bajo su protección y cuidado de esa manera.

– No bajes el rostro, Lucio. –le llamó firme, pero con la gentileza de un padre engrandeciendo a su sangre, mostrándolo al
LV1552459 · 31-35, M
Mas no dijo nada aún. No hasta salir a la calle continua, donde la estridencia y algarabía incrementaba; y es que a lo largo y ancho de ésta se extendía numerosos locales: Desde carnes, aves, semillas, pan y tanta cosa más.

– ¿Te han lastimado? –la calma llegaba de a poco, y con ello la capacidad de dirigirse al menor sin alzar la voz de más <involuntariamente>. No era de extrañarse que en ocasiones su tono y expresión fueran recios, y es que el hombre estaba forjado en el metal de su espada, y la dureza de su escudo. El Yelmo más que proteger su cabeza, parecía haber contraído su corazón en ocasiones.

Sin embargo esto era una mera impresiĂłn lejana a la verdadera esencia del ahora, Evocatio, pues si de algo estaba seguro, era del amor aguerrido que por su hijo sentĂ­a, tanto como el que sentĂ­a por la madre.

AhĂ­, cerca de llegar a casa, notĂł las miradas de un grupillo de mala monta, ladrones, pillos sin oficio ni beneficio para Roma, posibles apostadores que tan cretinos como

Add a comment...
 
Send Comment