Está bien, no volveré a hacer algo así. -Hasta ella y su naturaleza traviesa sabían cuando se había extralimitado. En tiempos así las catástrofes eran moneda de cambio: frecuentes, muy a pesar de cualquiera. Incluso ella se hubiese angustiado de haber escuchado algo así. Habría pensado en su padre, en sus hermanos menores. Terminó por recolectar esas plantas, perfectas para la herida de Lucio, y a guardarlas en papel y directo a su bolsillo de cuero que colgaba de su cinto.- Déjame el caballo esta vez, tú debes descansar. Hay una posada cerca, llegaremos allá en unas cinco horas. Vamos. -Antes que él se opusiera (porque claro que así iba a ser), ella se adelantó a montar el caballo y tomarlo por las riendas, esperando a que él montara.- Vamos.