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LV1552459 · 31-35, M
Por un momento se quedó ajeno al entorno, guardando para si mismo las palabras que ella le había dirigido, pensando sólo en una cosa: Sus hijas, Roma, Niobe, El César y hasta Tito ¿qué tanta desgracia dejarían caer los dioses sobre él? Sobre su nombre, el de su padre y sus antepasados. Al final del día Voreno era un hombre creyente, y escuchar aquello le atormentó el pecho, al punto de olvidar por un momento el escozor de la herida en su frente.
Sin embargo, ahí estaba de nuevo, ese aire burlón en la china, y él había caído de lleno—. Has tus pruebas con otras personas, no conmigo. Te prohíbo que vuelvas a hacer algo así. —Demandó con tono severo, pasando de largo por un costado de ella, ignorando la razón de estar cortando plantas. Casi se ocultaba el sol, debían hallar donde dormir antes de que cayera la noche; cabalgaría hasta lograrlo—. Apresúrate, nos vamos.
Sin embargo, ahí estaba de nuevo, ese aire burlón en la china, y él había caído de lleno—. Has tus pruebas con otras personas, no conmigo. Te prohíbo que vuelvas a hacer algo así. —Demandó con tono severo, pasando de largo por un costado de ella, ignorando la razón de estar cortando plantas. Casi se ocultaba el sol, debían hallar donde dormir antes de que cayera la noche; cabalgaría hasta lograrlo—. Apresúrate, nos vamos.
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