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LV1552459 · 31-35, M
Se giró tras sentir ese dedo sobre su frente, hallándose con la imagen de la mujer lamiendo su propia sangre ahora. La imagen le descolocó, entre perplejidad y un atisbo de gusto imposible de evitar, pues los labios de la china le ofrecían un pequeño y breve espectáculo que no había visto antes.

Voreno carraspeó, llevándose la diestra empuñada a los labios, ladeando el rostro para él mismo romper con esa distracción <o tentación>. ¿Es costumbre de tu gente probar la sangre de otros, mujer? Soltó casi reprendiéndola. Se había tenido que moler a golpes en el camino, los saqueadores no habían hallado buen destino, pero él no había quedado exento de heridas.
 
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