—El motor de un hombre siempre es fascinante. Su honor, su pueblo, una mujer?..— ladeó el rostro con cierto interés en ello pero una risilla se le escapó. Se quitó la capucha que cubría sus cabellos. —Oh, no te preocupes. Yo manejo un lugar similar. Así que estoy acostumbrada a este tipo de ambientes .— pidió una cerveza que le dieron a regañadientes pues ya sabían que podía armar un jalo de así quererlo. Alzó el tarro dando un gran sorbo, nada a lo que su bello rostro pudiera decir de ella.

– No hay nada de fascinante en ello, sólo cumplo mi deber. –Lucio no era un gran conversador, tenía ceñido un código de honor inquebrantable. Un hombre nacido para la batalla, por Roma, para Roma–. Este no es lugar para ti. –Una vieja taberna, casi pocilga les daba refugio.

—Soy más que eso cariño. —le guiño el ojo izquierdo y sonrió coqueta. —Pero no me interesa tu carne. Sin embargo, si me interesa tu mente, es fascinante ver cómo piensas ~—

– Eres una mujer insolente ¿te lo han dicho? –No es que él sea muy amistoso, mucho menos con mujeres. {?}

Me gusta como piensas, seamos amigos!(?

– Con esta mirada corto gargantas.

Con esa mirada, mojas calzones (?