Sus manos las ocultó en las mangas del suéter que le quedaba ligeramente más grande, las acercó a su boca y sopló sintiendo su piel helada. Se levantó y buscó el control de la calefacción la cual encendió antes de volver al sofá. — Vi que había probabilidad de una tormenta. Por si no fuera suficiente... — resoplo, no se cansaba de quejarse del clima. —No entiendo como hay gente que le gusta salir en estas condiciones. —
—Yo también extraño el verano.— Dijo mientras terminaba de acomodar las cortinas, aunque lo que extrañaba en realidad era que cuando hacía calor, su chica andaba por toda la casa vestida con cosas que dejaban poco y nada a la imaginación.
Aprovecho que Alana se separó de ella para ir a cerrar la ventana y se colocó un suéter cálido y suave que pertenecía a la mayor. Suspiró y subió sus piernas al sofá dando palmaditas a su lado para que su novia se uniera. —Gracias, las noches cada vez son más frías. ¿No crees?, extraño el verano.
—Deberíamos...— Estaba tan tranquila y sentía tanta paz que no quería moverse de su lado, pero pronto comenzó a refrescar todavía más. A regañadientes, luego de dar un beso en la frente de su amada, se levantó a cerrar la ventana.
Sus manos se ocultaron bajo su chaqueta buscando un poco de calor, su piel aún estaba húmeda por la ducha previa y el aire que se colaba por la ventana estaba haciéndola temblar un poco. —¿Si?, soy un arma mortal ~
Levantó apenas su cabeza para poder verla y una risa fugaz escapó de sus labios y negó con su cabeza antes de cerrar sus ojos. —A veces no controlo mi fuerza... — bromeó nuevamente, de fuerte no tenía nada.
