Sabía bien porque se sentía de esa manera a decir verdad, agregando que durante el tiempo que estuvieron separadas la pelirroja buscó un par de citas y tuvo sus aventuras, la inseguridad de Alana hacia Lynn en ese aspecto era un poco curiosa principalmente por la frialdad que rodeaba a la mayor. Aunque en este caso era diferente, Alana confiaba en ella más no confiaba en las personas que la pretendían.

—Es normal mientras no mates a nadie... —bromeo para reconfortarla, depositó un beso sobre su mentón y después levanto su diestra para atraerla y besar sus labios fugazmente.
—Te adoro, mucho. Puedes estar tranquila, esa gente ya es demasiado aburrida, necesito mi dosis de adrenalina que solo consigo contigo... — por supuesto que hablaba del peligro al que se exponían pero también con un poco de picardia oculta que se evidenció con su mirada juguetona.

Las palabras de Lynn eran como fuego que abrasaba su helada alma. Podría quemarse en esa voz para siempre... Soltó un pequeño suspiro y se inclinó un poco para quedar más cerca de ella, apoyando su cabeza contra la de la pelirroja. —Lo se...— Murmuró. Le habría gustado no ser tan fría, ser capaz de expresar sus emociones, pero estaba consciente desde siempre que no era tan fácil para ella, que ella no era como los demás, y se preguntaba por qué Lynn la amaba así, justo como ella era, sin intentar cambiar cosas que no podían cambiarse. En momentos lo veía injusto... Sus brazos rodearon a la pelirroja y la atrajeron hacia su cuerpo. —Supongo que tengo... ¿Celos?— Era un sentimiento nuevo para ella, esa rabia incontenible que sentía cuando alguien se acercaba a su amada.

Notó esa preocupación, levantó la mirada y dejó la cámara en la mesita que tenía en el balcón, suspiró y caminó hasta Alana para abrazarla aprovechando la diferencia de alturas para acurrucarse y besar su mentón. — No debes preocuparte tanto. Solo tengo ojos para ti, te adoro a ti y eres la única con quien quiero estar. — Murmuró contra su mentón, levantando la mirada estudiando desde su postura su reacción.

—Eres única para mí, Alana. Entiende eso. -

Se inclinó un poco, ni siquiera estaba modelando y desvío la mirada del lente de la cámara, la verdad era que si estaba celosa de las chicas con las que Lynn trabajaba. Era una mujer talentosa, dulce y amable, cualquiera podría enamorarse de ella. —No las envidio, pero no quiero que se acerquen a ti.— Sonaba bastante posesiva y territorial, no podía evitarlo, no quería perder a la unica persona que le importaba.

Habían decidido iniciar de nuevo, Alana arriesgando todo eligió estar a un lado de Lynn protegiendola, amandola a su manera. Sonrió ampliamente y retrocedió para poder enfocar a la joven frente a ella. Se quedó un momento en silencio y dejó escapar una risita al paso de unos segundos. —Eres hermosa, maravillosa, fuerte y eres una excelente amante. No hay nada que envidiar a esas mujeres. — Añadió al bajar la cámara un poco y aprovechar que había bajado la guardia para tomar una ráfaga de fotografías.

Esa expresión llena de alegría valía la pena. Tanta belleza en acciones tan simples, Alana se sentía fascinada de que una muerte provocara en ella menos emociones que esa brillante sonrisa. Asintió y le soltó, colocándose frente a ella, recargada en el balcón y con las luces de la ciudad a su espalda.

—Pero... Soy mala para ser una modelo, no como tus chicas, supongo.— Su mirada se afiló ligeramente, Lynn comprendería que ya sabía lo de la modelo a la que estaba ayudando a conseguir empleo.

Siempre considero a Alana una mujer hermosa pero que difícilmente se dejaba fotografíar. Ese momento en el que le sugirió practicar con ella, su mirada, ese verde tan peculiar se iluminó con emoción. —¿Lo dices en serio? — apenas y pudo contenerse, se notaba su felicidad por un detalle así.

Una humana simple, una resignada pero que enmedio del caos había logrado encontrar la felicidad.

—Para mi todas lucen igual.— Era cierto que mucha perspectiva del arte no tenía, Alana era una persona hosca, para muchos, quizás ni siquiera poseía sentimientos. Incluso cuando mataba su rostro permanecía impasible y estoico, como si aplastara un bicho entre sus manos y no un ser humano. Pero con ella... a su lado Alana podía permitirse bajar la guardia y romper sus muros. Era algo que provocaba una agradable sensación en su pecho. —Puedes practicar más... conmigo.— Casi nunca se dejaba tomar fotografías, excepto cuando quería hacerla feliz.

Si algo lograba Alana era cautivarla, se interesaba por aprender de su mundo y no pretendía en ningún momento demostrar sus diferencias como magus y humana, era todo lo contrario. Cuando emulo la explicación de la pelirroja está sonrió complacida y movió su cabeza apenas un poco para besar su mejilla.
— Por la luz, el encuadre... Algunas lucen oscuras y aquí... — señaló la fotografía y frunció el ceño. —Una paloma arruinó la toma. — detalles tan simples capaces de incomodar a la pelirroja pero era parte de ella, era perfeccionista.

Su estatura le permitía la comodidad de sentir el cuerpo de la pelirroja recargado contra el de ella, ponía atención mientras ella le explicaba como funcionaba su aparato. —No se me dan los aparatos.— Confesó. Era mucho más hábil con las armas, peleando, que haciendo cosas tan cotidianas como usar una cámara de fotos. Pero era capaz de aprender y emular bastante rápido y fue presionando los botones correctos de forma pausada para pasar de una foto a otra, mientras recargaba suavemente su mejilla en el costado de la cabeza de su chica. —Lo dije antes, todas son buenas. ¿Por qué estabas tan disgustada?