Nunca recuerdo lo que sueño. Es raro. Sé que debo soñar algo, pero diario lo olvido...

-Hizo una mueca, donde resaltó el labio inferior por un par de segundos. Pensó en lo pésimo y extraño de su memoria. Recordar las partituras de piezas musicales en el piano era más fácil que acordarse de un sueño-

No soy fanática de los unicornios. Me gustan... los gatos negros. Dicen que son de mala suerte, pero yo no lo veo así.

-Se acomodó un mechón de cabello tras la oreja, antes de mirarle- Claro que me gusta. Mi madre me hace escuchar música clásica desde que era una bebé.