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18-21, F
「 ❖; I'ᴍ ɪɴ ʟᴏᴠᴇ. I'ᴍ ʜᴀᴠɪɴɢ ᴀ ʀᴇʟᴀᴛɪᴏɴsʜɪᴘ ᴡɪᴛʜ ᴍʏ ᴘɪᴢᴢᴀ. 」
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About Me
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ᴱˣᵖʳᵉˢⁱᵛᵃ ⬩ ᵐᵒᵗⁱᵛᵃᵈᵃ ⬩ ᵃᵖᵃˢⁱᵒⁿᵃᵈᵃ ⬩ ⁱᵐᵃᵍⁱⁿᵃᵗⁱᵛᵃ
ᶜᵒᵐᵖˡⁱᶜᵃᵈᵃ ⬩ ᶜᵒᵐᵖᵉᵗⁱᵗⁱᵛᵃ
⸻༺༻⸻
⋄ Aʟɪᴀs: Lɪᴠ
⋄ Nᴏᴍʙʀᴇ ʀᴇᴀʟ: Eɴʏᴅ
⋄ Aᴘᴏᴅᴏ: Lᴏʙɪᴛᴀ / ᴄᴀᴄʜᴏʀʀᴀ
⋄ Eᴅᴀᴅ﹕ ₁₇ ᴀɴ̃ᴏs



ᴾᵃˢᵃᵈᵒ

[code]Platicando con alguien, el pasado de Liv fue puesto en duda, habia sido una historia que jamas se habia contado en voz alta.

—Bueno, que puedo decir. Era una vida simple, de esas que te enseñan a no rendirte.—

Cuando recordó lo que vivió, fue como si el tiempo en su mente volviera a esos días grises. Casi, por poco, una lágrima furtiva amenazó caer sobre esas pálidas mejillas; era un trauma, a pesar de ser una situación común para su ciudad. Era una "cachorra". Apenas y tenía 5 años cuando quedó huérfana, no recuerda a sus padres y mucho menos sus voces, así era mejor. Son menos nombres por recordar.

La vida en Dublín no es para un huérfano. Tener un estómago vacío tampoco era de ayuda, un año en esta situación y el bolso de una joven adinerada la hizo conocer personas a las que siempre debió evitar. No habría pasado más allá de una bala y un anuncio en el periódico si se hubiera tratado de un niño común, pero la albina tenía eso que no podía ocultarse con facilidad: Un par de orejas y cola. Gracias a esto fue blanco de las miradas curiosas y empresariales del mundo criminal, quienes veían en ella un potencial económico para venta a coleccionistas, explotación o simplemente como un trofeo social.
Pero la niña era ruda, tuvo que serlo para no caer en la desesperación de las noches frías; tenía un carácter terrible y sádico, cada vez que podía mostraba los colmillos en defensa y las garras que atacaban sin distinción. Toda una guerrera como en antaño, aunque aún no lo sabía.


Su carácter la llevó a ser educada en el fino arte de las peleas callejeras. Ganando apuestas para sus ahora dueños, quienes sólo le daban alguna botana sobrante en recompensa, lo irónico es que esto le bastaba, después de todo era comida que no podía conseguir por su cuenta.

Aun recuerda esas palabras «No comerás hoy si pierdes.» son el impulso hasta ahora. «No comerá si no pelea y gana, no comerá si sangra en la arena, no comerá si no consigue doblar las apuestas.» Muchos días no comió ni bebió más que la sangre de que recorría su rostro y caía a su boca junto con la poca tierra que iba andando con ella, algunos días llegó incluso a considerar si era necesario tener ciertos dedos; los mordisqueaba pero siempre desistía antes del proceso. Así paso al menos 10 años adoctrinados bajo el yugo de la mafia irlandesa.

En esos años fue cuidadosa con no matar a nadie en la arena, seguía siendo una niña, aunque más bien, seria un gasto para sus dueños y un castigo para ella que hasta ese momento había sido solo una amenaza. Pero esa noche, la última que peleó como "campeona" de los Ingolf, todo cambió.

«¡Insólito! ¡Ingolf desgarro su garganta!...».
«...¡Tenías que noquearlo!»
«¡Acabas de costarnos más de 50 millones, estúpida!»



Esa noche hubo una lluvia de insultos, sorpresas y mil emociones más encarnadas en todos a su alrededor, la "cachorra" por otro lado, no sabía que había pasado. Fue un arranque desesperado, había pasado casi una semana sin comer, un día más la habría matado a ella. Enloqueció. Mató a un inocente, al menos siempre ha creído que era inocente; en ese lugar sólo entran aquellos que tienen su misma situación, los que ya no tienen más opción.

Pelear no fue tan malo, tenia moretones y sus puños siempre dolían, pero no había sido tan malo como la tortura que recibió tras esa noche. Después de dos horas traducidas en una golpiza, su espíritu se había quebrado. Su mente ya no era de ella y apenas podía respirar. «Al menos nadie te va a extrañar.» Esta frase movió algo en su interior; reunió la fuerza de quien sabe donde para detener el golpe de gracia destinado a su cabeza. Cuando los ojos furicos de la lobezna se encontraron con los de su atacante fue todo. Veinticinco muertos mas se sumaron a la lista de los que habían perecido en sus garras. Con su ultima victima tuvo un colapso, paso de una emoción a otra en cuestión de segundos, dejando que la alegría fuera la ultima, una risa frenética cubierta de sangre en el rostro rompió el silencio que hace poco creó.

No fue fácil dejar único que conocía, la poca comida y su vacío espacio para dormir donde sólo había una cobija en el suelo eran parte de su zona segura. Camino por calles poco iluminadas del barrio, ignorando cada mirada y murmullo de aquellos que lograron conocerla en la arena. Un desafortunado que conocía a la familia de primera mano sabia que ella no tenia porque estar ahí. «¡Tu! ¿Qué diablos haces? ¿Dónde están tus am...?» , «Muertos». Una conversación corta. Ya tenia 26 muertos. Cada vez le parecía mas fácil. Cuando llego al muerto número 40 ya lo hacia casi por deporte y con una sonrisa, sin creer que estaba mal. Ya no había miedo en sus ojos, ni furia; una cara diferente era protagonista, una infantil, una que creía que todo debía ser un juego o una pesadilla y ya no iba a detenerse a descubrirlo.


Pasaron tres años para poder dormir sin las pesadillas diarias, los gritos desgarradores y la imagen de la sangre corriendo sobre si. Durante ese tiempo supo por un anciano druida quien era en realidad y gracias a él, su historia pudo volver a comenzar, pero el pasado no se borra, las actitudes de esos días se quedaron, cada recuerdo y manía aprendida, en el fondo aun es una cachorra asustada clamando perdón.[/code]