Sintió sorpresa inmediata. Muchas veces habían jugado, bromeado sobre su “relación” Desde el momento que piso la casa sabía que se llevarían bastante bien haciendo tanta tontería se le cruzara. Parpadeo simultáneamente y le regalo una carcajada más. — Si, lo haré. Lo haré en cuanto regrese a la vida. Algo inolvidable.—. Aunque estaba más “entero’ no pudo evitar tambalearse un poco cada que subía un escalón. Era extraño sentirse así, no le echo la culpa a la bebida.
Sonrió al escuchar su carcajada. Aunque no lo pareciera, Daren era de esas personas que se alegraban de ver feliz a alguien más y aun más, cuando se trataba de alguien que estimaba. Se sujetó del barandal de la escalera, mientras subía tambaleandose, antes de girarse y apuntarle con el dedo — ¡AJÁ! Entonces, hazlo cuando esté sobrio y pueda recordarlo.
Soltó una carcajada. La intención de Leo era meramente cuidarlo, hacer que intentará pasar un mejor rato, le soltó. Confiaba en su equilibrio pero a su vez no tanto y se mantenía cerca para que no se cayera. — ¿Lo estoy haciendo?— Su sonrisa no se hizo esperar. Cayendo en cuenta de que también estaba siendo irracional, algo genuino del consumo del alcohol. — No, no podría. De que me serviría que mañana no te acuerdes. Así que anda, sube las escaleras. Solo no te mates. —
— Estoy muy ebrio, ¿verdad? No hay elefantes rosas... —Susurró para él mismo, como si fuera la mayor deducción del siglo. Pero entonces, regresó su sonrisa y giró el rostro para verlo, echando un poco el cuerpo hacia atrás para reírse ante sus palabras.— Me estás coqueteando, a que sí. Pero no me beses cuando ya esté muerto, así no vale.
— Si, bueno. Ellos les gusta hacerte compañía bro, pero ignoralos. Ah, ¿qué clase de persona crea que soy? Si, podría molestarte un rato, pero me preocupas en ese estado, lo máximo que podía hacerte sería, darte unos besucos. — Bromeó llevándolo con el del brazo.
