[i]La caída de otra gota sobre algún charco se delató haciendo eco hasta volverse débil y dispersarse por el espacio; aquella voz le hizo despertar de aquel estado aturdido, sentía que su cabeza iba a estallar, era muy posible que se hubiese golpeado la cabeza al caer. Su mirada se abrió en sorpresa al sentir el acercamiento de aquella voz que, lo percibido desde las cuerdas vocales le harían comprender que se trataba de una mujer; además de lo que algunas manos tomarían sus húmedas y sucias mejillas, mientras su visión se adaptaba lentamente a la escasa luz.
Otra vez alguna gota cayó en alguna otra parte de la inmensa caverna, repitiendo el mismo destino y su piel no solo se erizó ante el desconocido tacto, sino que su sangre heló al vislumbrar aquel par de ojos amarillentos que estaban prácticamente frente a él. Estaba demasiado débil como para oponerse, tan solo tenía la vaina de su espada colgando, solo Dios sabría donde se encontraría su arma principal y de más confianza.
Y conforme el reflejo de la luna alumbró el sitio, sus pupilas se contrajeron al notar la figura que se alzaba frente a él. [c=#0073E5]– Supongo… que tengo mala suerte en estos encuentros estando tan vulnerable. –[/c] respondió con suavidad y cansancio mientras una debil sonrisa se dibujaba en su rostro a pesar de no ver lo suficiente. Aquella sensación de calos fríos recorrieron su espalda, pues a pesar de tan solo poder ver la mitad superior de “ella”, ignoraba el resto, sin embargo, aquella sensación, llamándole de alguna manera “instinto” le advertía. [/i]
[i]El vacío de la impotencia se repetía una y otra vez, cada intento, cada alternativa, cada cambio en los eventos sin importar cuan significantes hayan sido conllevaban al mismo resultado mediocre; estar tendido en el suelo en algún lugar, en alguna época que, al principio era desconocida hasta recorrer sus alrededores.
El suelo era frío con algo de humedad, o eso era lo que sus mejillas podían percibir. Ligeramente pudo despertar tras escuchar el constante goteo sobre algún cuerpo de agua resonando en la inmensidad de una cueva que, parecía recibir muy poca luz desde la entrada; parecía estar a setecientos metros. Su cuerpo yacía tendido en aquel húmedo suelo, algunas charcas habían empapado sus ropas y cabellera. [c=#0073E5]– ¿Donde… estoy? –[/c] susurró tratando de adaptar su pobre vista a la escasa luz del sitio. [b]“Al fin despiertas… ahora haz tu trabajo y sácanos de aquí.”[/b]
Con dificultad y pesadez logró levantar un poco su cuerpo, al menos lo suficiente para gatear, realmente no se sentía preparado para caminar en ambas piernas, mucho menos por la penumbra de la caverna. [/i]
