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N1583668 · F
Las partes que más le ardían eran los labios y su magullado trasero; Kurai desataba su violencia incluso cuando era suave y dulce, jugando con ella a manchar las cosas más delicadas con la perversión de sus deseos más profundos. ¿Era una queja? No; era lo que más le gustaba a ella de él, la forma en que se entregaba y le exigía a partes iguales. Al inicio la confundía cómo arrebataba todo a su paso, tomando un placer de ella sin permiso. Con el tiempo, disfrutó de sus formas de necesidad y, con los años, lo amó. Ahora se sentía incapaz de abandonar esas dualidades, la diosa disfrutaba de los límites a los que el hombre la llevaba para jugar con sus nervios.

Era el único que podía hacerlo.

La persona que más la conocía.

Único en su especie, su querido Kurai.
 
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