—Es difícil moverme contigo encima... grr— El gruñido de Seiji resonó en la instancia vacía, y acto seguido se relamió los labios, "saboreando" la sensación remanente que le dejó el beso.

Ya que ella no parecía querer bajarse, la cogió por detrás de los muslos y la cargó en esa misma posición para poder levantarse. Tal vez por capricho, o tal vez por mimarla un poco a su manera, pero le llevó en sus brazos por toda la casa hacia la cochera, en donde dejó caer su bonito trasero en el asiento de la motocicleta. —Primero atendamos tu estomago, y luego hablamos de otras necesidades.—

— frunció el entrecejo al oírle, pero no le ofreció respuesta al seguir ocupada con su lengua en aquel pálido cuello. Disfrutó del sabor mientras lamía una y otra vez, hasta que de un segundo a otro se vio interrumpida por el fuerte agarre de aquella mano que sostuvo su pelo. Su cabeza fue directo hacia atrás, y la tensión dejó ver claramente una expresión de rabia por no poder concluir su acción, sin embargo no se quejó, solo se le quedó mirando, con aquella vista desafiante al obtener esa mordida de él. Le devolvió el gesto enseguida y atrapó su boca en un fugaz beso, el cual terminó en un fuerte apretón directo a su verga.— muévete, o tú serás mi próxima adicción. — le sonrió sádica, guiñándole un ojo mientras se preparaba para irse de casería, su única arma; sus garras y ese enorme apetito por desollar.—

—Una más a tu larga lista de adicciones—manifestó con tranquilidad, aparentemente inalterable y frío ante las acciones que habrían estimulado a cualquier otro hombre, pero él solo se limitó a suspirar, y a rascarse el cuello en una expresión de resignación —¿En que momento me volví el responsable de tu comida?— un repentino cambió de actitud hizo que el samurái la tomara de la nuca, cerrando el puño en la raíz de sus cabellos para darle un fuerte tirón que la forzó a levantar el mentón. Cara a cara de nuevo, está vez fue él quién la mordió, en el labio inferior; estirándoselo un poco. —...Hmng... Vamos por tu comida, Lenore necesita que la saquemos a pasear— su motocicleta, su nena.

¡Grrnmg! — Le gruñó feroz al sentir el manotazo en su mano y solo así dejó caer el cigarro hasta terminar de pisarlo.— lo que tengo no es un problema, es una necesidad que me llama. — se le acercó un poco más, mirándole con una sonrisa divertida mientras se hacia espacio entre sus piernas para sentarse.— vayamos de casería, o terminaré por devorarte a ti. —ni bien terminó de hablar, su lengua estaba posada en sus clavículas mientras lamia con exquisitez de arriba hacia abajo, saboreando la carne expuesta en él.—

—...Hm...—emitió un grave y resonante ronquido, amenazante ante la acción que tuvo como respuesta un certero manotazo que le tiró el cigarro de entre los dedos. La ulcera en su piel sanó al instante, pero eso no significó que no hubiera dolido, al menos un poco.— Tienes un grave problema con ese fetiche por marcar a las personas. Me debes un Marlboro.—

—rodó los ojos ante su comentario.— no seas creído, de pensar en ti, lo que más quisiera será dejar mis dientes clavados en tu piel. —y le arrebató el cigarro, hundiendo luego éste en su pectoral.— ubícate mejor.

—Eso es porque piensas demasiado en mí.— respondió con una lánguida y muy sutil sonrisa, completamente agotado hasta en la forma en que se fumó ese cigarrillo.

Tu maldita cara en todos lados. Borrate.