de guerrera y voluntad de acero acudió a su llamado primero.
Pocos instantes después, mientras ella asciende en vuelo, con el príncipe ya en su lomo cae la gabardina de él al suelo. No necesita de esa prenda en batalla.
No falta mucho, para, en el ascenso llegue el primero de los centinelas arfirus, montados en pegasos con el triple de tamaño que un corcel terrestre, y, en el vuelo ascendente, Serveere, con ferocidad, astucia y rapidez aprese entre sus poderosas fauces la garganta del equino montado por el enemigo.**