[i]-Frío e insensible como siempre solía ser su andar, absolutamente nada cambiaba en su eterna vida, su helado corazón había dejado de latir hace años, lo único que le mantenía en pie, era esa sed de sangre, sin sentido ni razón aparente, cada noche salía de su mansión, en búsqueda de nuevas victimas tal vez jóvenes o adultos maduros sin preferencia sexual, pues la vitalidad carmesí que poseían era una efímera pasión, que comúnmente disfrutaba, ante la dulce seducción que concluía en un asesinato perfecto y monótono que en ocasiones le pesaba.
Un porte esbelto con gran elegancia le definían, poseía una gabardina larga hasta los talones negra,era alto bajo un atuendo relativamente formal, pantalón negro, una camisa de manga larga gris, junto a un chaleco negro y una corbata del mismo color, todo perfectamente a un perfil atractivo para mayor tentación. Sus ojos eran hipnotizantes y platinados, su tez extremadamente pálida y fría en un rostro fino y carente de emociones, sus azabaches filamentos recaían sobre sus hombros, pese a su atractivo mortal, un hilarante vació y soledad le acompañaban, mostrando cierto aire misterioso en cuanto a su persona, todo ello en una perfecta noche fría de noviembre.
Lentamente caminó a través de las calles solitarias de la ciudad, a dichas horas no podría encontrar muchas victimas con que alimentarse, más esta bien no tenía apetito, por ahora solo buscaría una tranquila conversación, como en aquellos días en los que apreciaba ser un humano común, grata sorpresa al encontrarse con un joven, finalmente algo entretenido en que distraerse, así que únicamente se detuvo un segundo. -
Joo... Pense que nadie estaría tan loco, para salir a dar un paseo en esta noche... Tened cuidado existen peligros que podrían amenazarle...-
- Sonrió dedicando algunas palabras, solo para alarmarle, sabedor de que era él quien acechaba y atemorizaba a los ciudadanos de dicho contado. Tan solo continúo con su trayecto, pasando a su lado e intrigandolo. -[/i]
[center][code][c=#BF608F]Es verdad, en parte es por eso que hemos sido creados pero... Quiero pensar que ese tipo de actos codiciosos pueden traer consecuencias buenas a pesar de todo, ya que por eso, es que hemos sido creados como lo haz dicho y más especialmente, es por eso que puedo compartir ahora contigo y con las demás espadas que van apareciendo. Gracias a hombres nobles como el Maestro es que podemos disfrutar de éstos pensamientos con la paz de saber que no necesitamos ir a guerras innecesarias. [/c]
La espada menor cerró por un momento sus ojos al encontrarse con ese sentimiento de paz que había perdido días antes por la incertidumbre que él mismo cargara por su turbio pasado. Momentos como ese hacía que no quedara duda alguna de la profunda admiración que tuviera por su hermano y la gratitud que sintiera aún mas fuerte por el Maestro, que permitiera ese encuentro.
[c=#BF608F]Sé que con tu compañía ya podré mantenerme firme en muchas cosas, por lo que quisiera ofrecerme a tí también, para todo lo que pueda significar un apoyo para tí. Quiero recuperar el tiempo que el pasado nos hubiera robado y compartir cosas bellas como la solemne naturaleza que siempre hemos admirado. [/c]
Como espadas, es normal que no se dejen llevar por prejuicios humanos, como lo es las muestras afectivas, pero sentía tanta emoción de estar reunido allí con su hermano mayor, que quería guardar prudencia con respecto al acto de ser acogido en sus brazos por mero cariño desinteresado. [/code][/center]
[c=#562D80]Puedo entender esa alegría que ahora mismo alberga tu corazón. Yo siendo una espada incapaz de ser usada más que por los dioses, decidí ofrecerme a ellos con un terrible desenlace, no medí las consecuencias de mis actos y me separa de Jiroutachi; aun que hizo lo mismo con el fin de estar a mi lado, los humanos terminaron por separarnos nuevamente. Tenerlo de vuelta conmigo tras estar separados por siglos me ha hecho muy feliz.[/c]
[center][code]La naturaleza humana muchas veces es asi, guiada por la codicia que les hace hacer actos sin pensar en la influencia de éstos sobre seres como nosotros. La bondad de el Maestro es infinita por eso, al permitir reunirnos nuevamente... También temí ante la posibilidad de no volver a verte, pero ahora confiaré en la benevolencia de los cielos que nos permitirán permanecer juntos como siempre hemos deseado. Sé que pronto, todos los Samonji podremos abrazarnos y querernos en la fraternidad de nuestros lazos, hermano. [/code]
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