-La conciencia de koraline casi había desaparecido completamente, ahora era un ser instintivo dominado por la ira, siempre temió que llegara este momento, creía que había logrado estabilizar su vida en la tierra, deseaba que nadie a quien amo, fuera afectado por ella misma. En el mismo lugar donde se desvaneció, se abrió la tierra, provocando que el cielo se tornara rojo, la tierra volvió a sacudirse, aún que esta vez mas fuerte. De aquel agujero salía magma ardiente, salpicando el lugar y quemando a su paso. De pronto la cazadora pudo notar cómo en medio de todo ese calor …
Aquella fina y carmesí mirada se centró en la rubia armada con una espada, parecía estar dispuesta a combatir ciegamente al hombre de jovial aspecto y cabellera azabache. Éste a su vez, le devolvía la expresión con una sutil y confiada sonrisa, especialmente desde que aquella espetaba dicha declaración sin tener idea de quién éra aquel muchacho en realidad.
Su entrecejo se frunció de manera más amenazante, mientras su sonrisa dejo en descubierto su blanca dentadura, misma que comenzó a cambiar a una apariencia más bestial, en especial sus caninos.
— Pequeña tonta... no tienes la menor idea de quién está frente a ti...
Espetó al tiempo en que su voz comenzó a distorcionarse al punto en que no solo una sino dos comenzarían a hablar al mismo tiempo, dejando ver que la segunda voz sonaba aún más rasposa y gutural.
— No... Más te vale a ti que no intervengas... o conocerás el verdadero terror de la verdadera capacidad de un demonio...
