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Klaus1573958 · M
Apretó la mandíbula, consciente de que su concentración se había escapado por la ventana; pero porfió, fingiendo que leía mientras que sus ideas se arremolinaban, una de ellas destacando al centro: la imagen de Czarina en aquel incitante traje de conejita que solía llevar, el trasero al aire y esa mirada pícara retándolo a acercarse. Jamás se cansaría de esa mirada, de ese cuerpo; y quizá por eso fue que se sorprendió a sí mismo con el oído atento, seguro de que en cualquier momento oiría la dulce, llamativa voz de la culpable de sus ansias mientras irrumpía en la habitación.
¿O sería esa una noche donde tendría que dar consuelo solitario a sus pasiones? Consultó el reloj: las dos de la mañana. Mal augurio. Así que volvió a la lectura, sus expectativas bajas... Justo lo contrario del calor en su vientre, que no hacía sino aumentar con cada nuevo recuerdo de la rubia azotando su psique.
¿O sería esa una noche donde tendría que dar consuelo solitario a sus pasiones? Consultó el reloj: las dos de la mañana. Mal augurio. Así que volvió a la lectura, sus expectativas bajas... Justo lo contrario del calor en su vientre, que no hacía sino aumentar con cada nuevo recuerdo de la rubia azotando su psique.
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