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Quiso la suerte que en ese momento viera el letrero que lo pondría en la dirección correcta, volviendo a hacerlo acelerar el paso para terminar con tal pendiente de una vez por todas. Pero, cosa curiosa, cuand obtuvo el hielo tampoco lo puso en la canastilla que la hechicera llevaba; sino que lo colocó en la hielera, cerrando ésta y volviendo a llevarla al lado de su cuerpo, limitándose a decir:

Te toca llevar los ingredientes.

¿Estaría dispuesto a dejar que la chica cargara siquiera una sola cosa?
Bueno, venimos por lo que necesitamos y nos vamos. ¿Qué hay de malo en ello?

Incluso un detalle como ese hablaba del carácter del varón, directo a pesar de las sutilezas y jugarretas que solía poner en práctica; al menos cuando se trataba expresamente de algo relacionado a él. Lo curioso es que parecía entusiasmado ante la idea, tanto la de ir en busca del material necesario como del posible producto de éste; y de ahí que ostentara una sonrisa amplia, un poco distinta a su expresión pícara habitual. Prueba de que, a menos de momento, sus intenciones para Elizabeth no eran más de lo que había declarado desde el principio.

Oh, yo qué sé. Lúcete. Prepárame lo que mejor te salga.
ElizabethMorozova · 26-30, F
(…)

En cuanto llegaron a los refrigeradores, le ofreció la canastilla para que pudiera poner la bolsa de hielo en el, enarcó una ceja al escucharlo.

—¿Algo? De nuevo eso me dice mucho, probablemente quemas la cocina. ¿Una idea?—. Ahora si estaba sorprendida por sus palabras y una gran sonrisa se hizo presente ante esa idea.

—¿Quieres algo en particular? Sólo requiero de los ingredientes, no más. Pero tú elije la comida y lo cocinare. Si, muy generoso—.
ElizabethMorozova · 26-30, F
—¡¿La única?! Entonces déjame decirte lo halagada que estoy por eso—. Aunque lo dijo entre risas, la verdad era que sí estaba halagada así que hizo una pequeña reverencia ante el demonio. Caminaba a su lado mirando alrededor, no necesitaban una hielera enorme simplemente algo que les ayudara a mantener fría la carne que Klaus acababa de comprar y no se echara a perder.

En cuanto las diviso se sorprendió de lo rápido que tomó una, ni siquiera reparó en las demás; su búsqueda había sido más larga que en lo que Klaus tomó una de las hieleras.

—Esta ha sido la ida al supermercado más rápida del mundo—. Dijo sonriente, claramente molestándolo. Tal vez no había sido una buena idea llevar la canastilla, ella no estaba ayudando y como si lo hubiese dicho en voz alta la voz de Klaus sonó a su izquierda, a lo que Elizabeth asintió.

Bueno, al menos podría ayudarlo en llevar algo, ella solamente estaba de acompañante y no era algo que le molestara (…)
Algo he aprendido en el tiempo que llevo aquí. Peeero, eso me da una idea.

Y, efectivamente, sus pupilas se iluminaron cuando las posó en su compañera, añadiendo:

Ya que estamos aquí, elige lo necesario para preparar una comida en casa. Yo pondré los ingredientes y utensilios necesarios, y tú tendrás el placer de que pruebe tu cocina. ¿Acaso no soy generoso?
Eres la única a la que invito sin malas intenciones. Aunque, como te imaginarás, terminan siendo buenas para ellas..

Tras vagar un poco más, por fin alcanzaron el pasillo donde podrían encontrar la hielera, de acuerdo a un gran letrero que la listaba entre los artículos presentes en tal lugar. Ligeramente más confiado, tardó mucho menos en elegir una, que el tiempo que les había tomado llegar; tan solo tomó la primera que le llamó la atención, sin fijarse siquiera en el precio, tomándola en su diestra para llevarla colgando. Como si quisiera explicar por qué no la había colocado en la canastilla, simplemente se encogió de hombros y dijo:

No cabe. Ya llevarás los hielos.

Y de manera tan sencilla dio por zanjada la cuestión, retomando la búsqueda; esta vez de los congeladores.

A los pocos pasos retomó el hilo de la charla, aún volviendo la cabeza a uno y otro lado, tratando de encontrar la guía salvadora que le llevará hasta el Santo Grial que buscaba.
ElizabethMorozova · 26-30, F
Observó aquel gesto de su compañero y no pudo evitar levantar las cejas varias veces para después reírse mientras asentía.

—Claro, siempre es mejor comprobarlo—. Era curioso la manera de andar por el lugar de Klaus, probablemente eran pocas las veces en las que habría visitado un supermercado, porque miraba hacia todos lados, incluso se permitió pensar que mientras avanzaban por los pasillos buscaba que tomar para ponerlo en la canasta que Elizabeth llevaba.

—Ya con eso me diste tu respuesta, querido. No eres un gran cocinero, un día te enseñaré a preparar algo. Ah ¿Así que invitas a muchas a salir? Y yo creyendo que era la única—. Fingió estar dolida antes de volver a sonreír con esa diversión propia del ambiente que ambos ponían y a simple vista parecerían dos amigos de paseo.
Una vez que se reunió con la chica, recibió aquella pregunta, que le hizo alzar la ceja y cambiar ligeramente su expresión a aquel gesto travieso que solía poner cuando estaba a punto de mostrar su lado pícaro.

¿Oh?¿Querrías comprobarlo tú misma?

Mientras hablaban, se dirigió directamente a donde debería encontrar el recipiente que necesitaban, guiándose por los letreros que marcaban cada pasillo. A juzgar por la manera en que se orientaba, y por la atención que ponía a sus alrededores, no parecía acostumbrado a navegar en los supermercados; lo cual dejaba en claro que no era un visitante asiduo de éstos. De ahí sería sencillo extrapolar a cómo sería su forma de cocinar.

Tan solo puedo decir que tengo cosas mejores que hacer. Como invitar a brujitas a salir, por ejemplo.

Acompañó tales palabras con un guiño, que dedicó a la joven al volver el rostro hacia ella mientras caminaba.
ElizabethMorozova · 26-30, F
Era ella quien lo llevaba, de una forma un tanto apresurada hacia el supermercado, después de todo esa era una parada obligatoria.

—Anda, no tenemos tiempo—. De hecho lo tenían pero simplemente quería molestarlo un poco y se notó sus intenciones de hacerlo por parte de la castaña. Klaus era bastante agradable aún sabiendo lo que era y probablemente aquello no duraría demasiado; Elizabeth se mostraba tal cual era, tal vez un poco más bromista que de costumbre pero era a causa de la personalidad que Klaus le mostraba.

—Entonces debería salir más seguido contigo y así te convenzo de cocinar. ¿Eres buen cocinero?—. Ella tomó una canastilla mientras Klaus se encargaba de dejar sus compras en la entrada, esperando por él para entrar.
"El cazador, cazado", pensó con sorna al notar que ahora era ella quien tiraba de su brazo para ir justamente al lugar que él había elegido.

Voy, voy...

Realmente estaba pasando un buen rato, a juzgar por su amplia sonrisa y el buen humor con el que se estaba tomando todo. Dado que Elizabeth no había pasado tanto tiempo con él, no podría adivinar cuán contrastante era ese comportamiento con su forma de ser habitual: taimado, despiadado, y ciertamente nada inocente con el sexo opuesto. Aunque, claro, sabía jugar bien sus cartas: cosa demostrada desde el primer encuentro con la hechicera.

Más salidas contigo, y empezaré a comprar despensa y cocinar en casa.

Bromeó, al tiempo de ingresar al supermercado, donde hubo de dejar sus bolsas en la entrada antes de poder ir en busca de lo necesario para que tantos alimentos no se echaran a perder.

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