Emitio una suave sonrisa, parecia que el dia estaba mas animado que de costumbre. Mantuvo su postura hasta escuchar que su casa no estaba lejos, por lo que se puso en pie, y aquellas palomas se mantuvieron sobre sus hombros.
— Entonces una comida será...mi casa no está lejos de aquí es cruzando lo que resta del bosque, si gustan pueden acompañarme y haré algo para todos — añadió alegre, pues nunca recibía visitas, lo que la lleno de entusiasmo, las palomas también estaban invitadas, pues parecían ser amigas de su nuevo amigo.
Sin duda era un hombre inusual, pero a los ojos de Kiyomi parecía tan apacible y amistoso que no hubo una sola sensación de desconfianza hacía él, en todo momento la kitsune pudo abrir sus sentimientos y expresarse sin temor a ser vulnerable.
La conversación avanzó tanto que ella ya había ofrecido sus talentos para afianzar esa amistad que recién se había iniciado. Observó de forma discreta el actuar de las aves y la del caballero, apenas podía creer que pudieran sostener una charla tan amena, lo que provocó una suave sonrisa en ella.
[...] un par de aves habían comenzado a descansar sobre su hombro izquierdo, manteniéndose observando y, hasta siguiendo el hilo de la conversación, como si realmente entendieran cada palabra de lo que ambos personajes comentaban. Ante ello, Perceval giró su rostro, dándose cuenta de la presencia de estos y cuestionó a modo de consulta.
— ¿Ustedes que dicen? ¿Comer?
Aquel par saltó un par de veces, tras mover curiosamente sus cabezas a modo de que parecían asentir y entender especialmente al caballero.
— ¿En serio? Bien, está decidido, la comida será entonces.
Giró nuevamente hacia la adversa para dedicarle una amplia sonrisa.
Estando sentado, era inconsciente del hecho de que ya había un par de aves posadas sobre sus hombros, aquel caballero tal vez y representaba a la calma misma pues muy contadas eran las ocasiones en que aquellas aves llegaran a acercarse tanto a una persona.
Por otro lado, aquel siempre buscaba de mostrar su confianza en las demás personas. Aún si eran ellas las que se dedicaban a engañar a otros , el siempre se dedicaría a perdonarles pues a través de las experiencias y otras enseñanzas había llegado a la conclusión de que tomar represalias solo generaba mayor odio y conflictos.
— Oh, en estos momentos me encuentro en perfecto estado, por lo que la medicina no será necesaria... ¿Ropa? Es curioso, no me imagino con otras prendas a como las que uso, pero podría probar. Comida... Supongo que ha dado con mi objeto predilecto. No haría mal en comer algo ahora. —
Respondió animado girando su rostro para dirigirse a las aves an su hombro (el izquierdo). Era tan apacible que incluso
A lo largo de su vida no había tenido el placer de conocer personas tan agradables y que le inspiren tal confianza, todo lo contrario tenía la mala fortuna de acercarse a gente que terminaba por intentar dañarla. Esas experiencias, tenían a Kiyomi siempre alerta, pero hoy es distinto, bajó la guardia y decidió que llegó el momento de volver a confiar.
— Maravilloso, Sir Perceval, dígame ¿Hay algo que yo pueda hacer por usted? No sé, comida, alguna medicina o bien ropa, quisiera ser una amiga útil. — añadió de forma alegre y esbozando una marcada y amplia sonrisa dedicada al caballero.
Había cosas que no cambiaban con el tiempo, y una de esas era aquel entusiasmo con el que respondía, parecía que nada podía bajar aquellos ánimos. Y, aunque inmaduro parecía, éste siempre trataba de guardar un poco de sabiduría para aquellos que le necesitaban, además de ser un gran apoyo.
— En ese caso, lady Kiyomi, es justamente lo que los amigos hacen... escuchar y compartir. Ya que yo no he de dudar ni un momento de tal muestra de sinceridad de vuestra parte.
Incondicional y sin duda alguna, fue como dio aquella respuesta tras escuchar el deseo de su contraria.
Se ruborizó con las palabras ajenas, eran profundas y nobles, sumado a que ahora sabía que estaba ante un caballero, un honor que l cualquiera tenía oportunidad de experimentar. Sus mejillas sonrojadas eran la prueba no solo de la timidez de Kiyomi, también de la gratitud que experimentó al sentirse halagada de esa manera.
— Sir Perceval, estoy agradecida por compartir con usted un poco de mí y ser escuchada con tanta diligencia. Espero que hoy sea el inicio de una futura y próspera amistad, me sentiría honrada de que así sea. —
Había doblado ligeramente su torso hacia adelante en una leve reverencia tras presentarse, aunque se mantuvo en la misma postura al corresponder aquel gesto que la kitsune imitaba al mostrar sus respetos hacia el caballero santo, quien mostró una gentil y modesta sonrisa. Parecía que ella conocía un poco de los caballeros y sus costumbres, por lo que sería sencillo desenvolverse.
—Me complace escuchar que sabe de nosotros y de nuestras hazañas, pero... No hay honor más grande que el que me ha concedido Lady Kiyomi, al haber compartido sus alegrías y penas, gran muestra de fraternidad es merecedora de honores y gran respeto.
Alzó ligeramente la cabeza para mirar a su contraria para obsequiar una suave sonrisa en aquel rostro tan animado.
Las ideas de la kitsune estarían por completo revueltas, algo que solía ocurrir cuando está nerviosa o bien emocionada, lo segundo era lo que sentía. Conocer a un caballero en el más amplio de los significados era como un cuento, había leído sobre hombres como él y siempre eran descritos como grandes héroes. Había tanto para decir, que no sabe siquiera por dónde comenzar.
— ¿Un caballero? — murmuró en voz baja para ella misma, un poco incrédula y mucho más curiosa. — Es un placer Sir Perceval, jamás había estado ante un caballero, solo he leído historias sobre las proezas que realizan y los cuentos que los describen como grandes héroes. Me siento honrada, de poder estar frente a usted. — no dudó en realizar un breve reverencia, para mostrarle sus respetos.
