-A modo de despedida, pasea por los vacios pasillos de su antigua mansión, observando las desgastadas paredes y pensando en el momento en que estas pudieran nuevamente recobrar su brillo de antaño. Caminando, se encuentra con el enorme piano de cola que había en una de las habitaciones, memorias de él sentado sobre las piernas de su padre de pequeño aprendiendo a tocar inundando su cabeza. Se sienta en la silla que acompañaba el mueble, repasando sus dedos sobre la polvorienta superficie de las teclas de marfil antes de presionar sus teclas- Está desafinado... -susurra sonriendo-