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EO1548702 · M
-El sirviente dorado irrumpió las puertas de la iglesia con total autoridad y despreocupo, adentrándose en aquel edificio vitrado que no le era extraño, todo una fachada, una de las más grandes mentiras.-

Así que de alguna forma te encuentras con vida, Kotomine. Supongo que aún tienes un camino que recorrer. La voz del rey hacía eco en ese edificio por el cual se paseaba entre las sillas de culto.- ¿Aún jugando al supervisor?
 
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