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KillfordHaydens · 31-35, M
—Hmmm... ¿y eso está mal?
La suavidad y la calidez de la piel de su compañera le resultaban embriagantes. Era como sentarse frente a un fuego cálido y delicioso luego de tener frío en los huesos. Sus besos descienden otra vez, hasta ese pequeño espacio entre las clavículas, en donde dibuja un pequeño corazón con la punta de la lengua.
—No me culpes por encontrarte tan... apetecible...
La suavidad y la calidez de la piel de su compañera le resultaban embriagantes. Era como sentarse frente a un fuego cálido y delicioso luego de tener frío en los huesos. Sus besos descienden otra vez, hasta ese pequeño espacio entre las clavículas, en donde dibuja un pequeño corazón con la punta de la lengua.
—No me culpes por encontrarte tan... apetecible...
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