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KillfordHaydens · 31-35, M
—Hmmm... ¿y eso está mal?

La suavidad y la calidez de la piel de su compañera le resultaban embriagantes. Era como sentarse frente a un fuego cálido y delicioso luego de tener frío en los huesos. Sus besos descienden otra vez, hasta ese pequeño espacio entre las clavículas, en donde dibuja un pequeño corazón con la punta de la lengua.

—No me culpes por encontrarte tan... apetecible...
— Tampoco, a pesar de que soy de comentarios algo pesados en broma.

Su lengua salió siguiendo el recorriendo de la ajena, probando sus labios como si fueran el manjar más exquisito, más fue tomada de sorpresa por los siguientes besos que iban por las zonas más sensibles de su piel hasta hacerla suspirar libidinosa.

— Estás haciendo que mi cuerpo hierva.~
KillfordHaydens · 31-35, M
—No sería capaz de ofenderte o lastimarte. Nunca lo haría de forma consciente.

Estaba tan cerca que con cada palabra sus labios acariciaban los de su compañera. Pasó de solo acariciarlos a recorrerlos con la punta de la lengua, de un lado a otro como si los pintara. Luego dibujó besos de arriba hacia abajo, a lo largo de su cuello y subiendo por sus mejillas, en efecto cubriéndole el rostro de pequeños besos.
— No, yo contigo jamás podria ser así. Nunca me has herido.

Atrapó su lengua y luego lamio esta suavemente.

— Eres muy sensato y de noble corazón, no creo que hagas algo malo.
KillfordHaydens · 31-35, M
—No le tengo miedo a las espinas —dijo con alegría en la voz, a la vez que señalaba a la ligera sus propias cicatrices— además, las tuyas son parte de tu encanto.

Entonces le lamió los labios del mismo modo.

—Si me hiero al estar contigo, habrá sido solo por alguna imprudencia mía y no habría quejas de todos modos.
—Que encantadoras palabras ~ más sabes que soy una rosa con espinas.

La diestra acarició su mejilla entre el beso que le dio, correspondiendo al segundo con dedicación, terminando por lamer los labios ajenos.
KillfordHaydens · 31-35, M
Le sonríe con cariño, perdido en su mirada y se inclina hacia adelante para besarla de forma breve pero intensa.

—Cualquier belleza que puedan poseer las criaturas de este mundo, palidece ante ti.
— Nunca olvides que eres bello.

Acaricia su mentón y con la otra mano su cuerpo, a ella le parecía una verdadera obra de arte.
KillfordHaydens · 31-35, M
—Sabes que ese cariño es mutuo

Se gira del todo y la rodea con los brazos. Con ella no se siente tan consciente sobre sus abundantes cicatrices.
— Te quiero demasiado.

Susurro , puesto que la Diosa amaba a las criaturas como él y sobre todo él.

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