Ni siquiera su condición de actual Diosa de La Tierra le otorgaba a Nanami la facultad de ser una persona atenta, muy por el contrario, ella era tan distraída como siempre lo había sido. Ni siquiera se había percatado de que alguien más estaba al pendiente de la plática que sostenían.
—Tomoe es algo arisco cuando se trata de sus orejas —tuvo que confesar— Bueno, lo es en casi todo; tiene un humor algo... —se rectificó de inmediato, buscando las palabras adecuadas para definir a su zorro guardián— serio. —Si bien la palabra no englobaba todo lo que él era en verdad, se acercaba bastante a lo que quería expresar— Aunque sí he tenido oportunidad de tocar sus orejas. —Coincidió entonces a la par de la emoción que desplegaba su nueva "compañera de ideas"— Siempre he querido volver a hacerlo.