El tacto sobre su hombro, aunque se imaginaba por qué lo hacía no podía evitar la sonrisita y el muy ligero rubor que apenas se apareció sobre sus mejillas. Le parecía tonto a sus 25 aún sonrojarse, pero tampoco era algo controlable.

—Mmhm. Ya me parecia que eran estrictos y machistas... tampoco les gustan mucho los extranjeros. Pero claro que cambiaré un poco mis outfits. Al menos en lo que estoy aquí.

Se echó un poco de aire con la mano, hasta se mordisqueó el labio inferior por un extremo.

— ¿Normalmente a que te dedicas, tan serio y formal~?

—Siempre hay algo que ver, algo que hacer. Pero somos muy individualistas y machistas. — Notó las miradas de los chicos ajenos cuando pasaban, se escuchaban consas como "gaijin", así que colocó su mano sobre el hombro de la chica en obvia señal de que habría problemas si seguían, y así también podía llamar un momento su atenciónpars detenerla y señalarle una tienda de ropa alternativa.

— Si quieres ropa nueva, tal vez podría traerte después ahí. — Mientras se aseguraba de que la chica viera el local, él lanzó una mirada de muerte a los tipos que la veían, era una última advertencia.

— Para ustedes los extranjeros lo es...pero después de un tiempo, terminarás deseando vivir en el campo, en silencio y cerca del mar. —
Mientras caminaban, él no solamente iba cuidándola de los curiosos, también estaba verificando que no existiese algo "poco usual" para el ojo humano.

— Make me... — susurró. Fue quizá apenas perceptible para él, bajó los párpados solo un instante, para después seguir con la conversación normal mientras regresaba la vista al frente saliendo del lugar y disfrutando la caminata a su lado. Los japoneses parecían no acostumbrar a ver morenas como ella, así que llamaba un tanto la atención, tal vez también pudiese influir esos jeans ajustados y la blusa roja que se asomaba bajo la blanca de botones que llevaba encima. Eso sí, llevaba unos vans negros clásicos.

— Soy mexicana, pero viví desde los doce en usa... y estoy harta de América. Quiero conocer más lugares. Japón parecía atractivo... ahora me parece irresistible.

— Nanami está bien. Heh, podría obligarte a decirlo en público pero.. —tosió levemente aclarando su garganta— ...dejemos eso para más adelante. — No lo iba a decir, sin embargo cuando la vio más cerca y notó la diferencia de estatura le pareció un tanto tierno, pero conveniente. La diferencia de culturas iba a ser muy peculiar, pero si algo los unia era ese gusto por el alcohol.

— Cerveza bien fría será. —

Le abrió la puerta para salir a la calle, después de todo estaban en Roppongi la llevaría a un buen bar con ambiente y...55 tipos de cervezas.

— ¿Y porqué Japón? —

Mientras que caminaban decidió sacar un poco de plática, después de todo era un tanto exagerado pagar un taxi por un recorrido a 10 minutos caminando.

— Un placer entonces, Nanami Kento. Los mexicanos rara vez decimos nuestro apellido, ¿cómo te puedo llamar? ¿Kento, Nanami y simplemente me guardo el "daddy" para un mejor momento?

Alzó una ceja, antes de responder la pregunta de la comida. — En realidad no tengo hambre, pero si tengo mucho calor que una cerveza helada podría solucionar.

Se paró a su lado, Zoé no era tan alta, quizá 1.65 cm a lo mucho, pero le gustaba la diferencia de estatura, y también la del color de piel.

Alzó las cejas y se dio a si mismo un ligero golpe en la frente con la palma de su mano para denotar su error. Modales, claro. Le daba gusto que la chica notara aquel descuido. — Claro que sí; Nanami Kento. Los japoneses decimos primero nuestro apellido, cuestiones de formalidad. —
Y por unos segundos se quedó en silencio notando su sonrisa y esos hoyuelos, era un detalle bastante encantador.

— Entonces. ¿Quieres comer algo primero? Yo pago. —

Iba relajándose. Poco a poco, claro, pero por algún motivo que no lograba comprender del todo estaba siendo 'respetuosa' cual el varón le impusiera un límite sin marcarlo realmente. Zoé no estaba siendo como siempre, pero no se sentía incómoda para nada.

— Un par o las que quiera. ¿Me permite su nombre?

Sonrio, se marcaban esos joviales hoyuelos sobre sus mejillas.

Lo notó, claro que notó aquel detalle, no era su intención, por lo que después de pensarlo unos minutos volvió a su semblante serio, casi indiferente.

— Creo firmemente en el respeto en todo tipo de relación, Zoé; Ya se nos ocurrirá algo, cuando te sientas más cómoda. Por ahora...ha sido un día largo. ¿Te gustaría acompañarme a tomar unas cervezas? —

Había algo en la chica que llamaba su atención, tal vez era su tono de piel, sus ojos tan expresivos o....tal vez esa extraña y peculiar energía.

Soltó un suspiro largo al abrir sus labios levemente, después los cerró. Había olvidado la última vez que se sintió así frente a alguien, reconocida por su fiereza ahora mismo se sentía pequeña.

— El nombre es Zoé. Pero tu puedes llamarme como quieras, Daddy.

Lo último fue con un tono más suave aún.

Notó el silencio un tanto incómodo y se quitó sus lentes exhalando para verle directo a los ojos. —veamos.... Princesa es muy común; mi cielo muy cursi...cariño, tal vez...hmm...—