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Mᴜᴛᴇ ʏᴀᴋᴜᴢᴀ || Kᴀɪsʜᴀᴋᴜɴɪɴ || ﹢₁₈ || Mᴀғɪᴀ || Gᴏʀᴇ
About Me Notes
About Me
El inicio del tercer mono.


Con un pesar irreversible y la garganta hinchada, no sólo había herido su propio honor, sino roto el único vínculo que tenía bajo su sombra. Nunca pensó qué tener una boca sería un arma de doble filo ni que las repercusiones serían tan peligrosas en el bajo mundo.

Al tener un corazón más perceptible en una jungla de cemento luego de la pérdida de su consanguínea, estuvo a segundos de partir hacia uno de los ocho infiernos, dirigiéndose al bosque Aokigahara, mejor conocido como el mar de árboles, con las que se rumoreaba que los espectros en pena te arrastraban con ellos ante la voluntad de quitarse la vida.

Sólo se preparó con su katana y una soga, en la disyuntiva de aplicar el destripamiento por honor, o colgarse deshonrándose aún más en los océanos de las dudas.

Aún con la boca sangrante y las cuerdas vocales destrozadas, buscó una respuesta en el deambular de la noche tras una larga caminata, quizás... necesitaba un guía nocturno fuera de este mundo lleno de placeres, como de errores y sufrimiento que ofuscaba sus decisiones a merced del desespero.

Llegó allí, con las suelas desgastadas y los ojos dispersos en nada con desaparición en el todo, abriéndose paso a un gran árbol, contemplándolo con la lámpara de fuego, pero...

"Aún debes proteger a alguien más... Tu historia no ha terminado... Iwazaru."

¿Iwazaru?... Se preguntó el silente dubitativo, llegando a su mente la analogía de los tres monos sabios... Con el susurro de la difunta Sayuri en las últimas palabras junto con las reverberaciones de las almas recurrentes de la penumbra, dejó la propia en voluntad de un cegado llanto.

"... Iwazaru, reúnete con Sezaru. Regresa, medita, no volverás a decir el mal de aquí hasta tu despedida eterna del Sol Naciente."

Luego de muchas noches blancas y días amargos, despejó las dudas de su mente, desgastando sus manos en las cortezas y armándose del valor del que se había despojado. La lucha interna estaba en pie, con la declaración próxima de un vencedor...

Tan pronto de lo posible y esperado, el yakuza se levantó, entre los arbustos y las espesuras de las hierbas para iniciar su camino, sin importar que ya no hablase más... ya no como el gigoló que fue, ni el provechoso apostador de las esquinas, sino... como el tercer mono, que consignará su sabiduría para no divulgarla jamás, en búsqueda del cuarto integrante.