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Simplemente se limitó a sonreír victorioso. No pudo sacarle información personal, pero al menos así garantizó que todo pudiese salir bien el día de mañana. Creyó no tener más preocupaciones por esa noche, pues, como siempre, "velaría" por el sueño de ellas, es decir, que esta vez, intervendría si una nueva pesadilla se atrevía a despertar a alguna de ese par; su terrible magia podía fungir como el Clonazepam de esos tiempos salvajes.
... —Iré a dormir entonces.— Dijo a regañadientes.
—Muy contenta no estará cuando mañana seas una carga para ambos —con el tono de voz más bajo posible respondió y con tal contestación vino otra sonrisa petulante, acorde a su comentario venenoso.
Al tiempo en que sintió aquél contacto en su hombro se apartó, hostil, como nunca lo era, aparentando siempre que nada le importaba, la semielfa ahora se notaba afectada. —Cállate, vas a despertar a Liviet, y sabes lo que pasa si duerme poco y duerme mal, elige el camino de la violencia...
Eso solo le hizo reír suavemente. Cerró los ojos, negó suavemente y finalmente dirigió su mirada al frente, antes de hablar le dio un ínfimo golpe en su hombro más cercano—. Suéltalo, las preocupaciones que no se expresan son un veneno para la mente, yo lo sé mejor que nadie —susurró.
—Te meteré una flecha en el culo si siquiera piensas en hacer algo como eso.— Se quejó en voz alta, estaba ciertamente harta, quizás simplemente debio fingir que dormía, pero las pesadillas la atormentaban tanto que prefería no hacerlo.
«Aunque probablemente lo veas como premio.» Dijo en su mente.
«¿No quieres? Bueno, puedo meterme en tus pensamientos si no lo haces por las buenas» Respondió con una sonrisa burlona y el elevamiento de sus hombros, le hubiese encantado que viera su expresión en ese momento.
«¿Y por qué de todas las malditas criaturas en el mundo, te contaría mis problemas a ti?» Cruzó los brazos, desviando la mirada a un costado, definitivamente parecía una cría enfadada.
«Por fin comienzas a usar la cabeza». Se encogió de hombros, la resignación se le escapó por la nariz a través de un bufido. Ya con la conexión realizada la miró a los ojos con relativa seriedad,, algo poco habitual «Así como recién, puedes contarme, nadie nos escuchará».
...! Un quejido soltó, seguido de una mirada de reproche, y se acomodó de nuevo frente a él, no quería recibir otro golpe por hacer un berrinche. «¿Hola? ¿Hola? ¿Esta cosa está encendida?» Solamente apretó los labios, mientras pensaba aquéllas palabras, ni siquiera sabía si la podía escuchar.

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