(...) Mi mente se encontraba nublada y ocupada, mas noto que quizá he rechazado un ataque en forma de fruta, o una ofrenda extraña. — Acotó de modo un tanto irónico mientras frotaba su mentón suspirando un poco para así añadir. — ¿Sabes a caso dónde he llegado? —
Sí, sin duda se había perdido, y bueno quizá era eso lo que necesitaba, perderse, meditar y ver como sobrellevar el inminente despertar de aquello que ahora llevaba la esencia de su esposa. El bestial hombre estaba aturdido, distraído, quizá ante aquel suceso sus usualmente fieros instintos tan potentes y agudos estaban apagados, sin embargo quizá por casualidad, cual caballo o gato moviendo la cola para espantar una mosca, sintió como el cambio de viento se dio, causando un movimiento involuntario de algo que se asomó por debajo de su capa, aquella acorazada cola dio un movimiento repentino bateando la manzana con fuerza, notándose como esta se rompía en piezas ante esto contra el tronco de un árbol.
— ¿Huh? — Saliendo de ese trance pudo ver los trozos de manzana, y entonces parpadeando alzó su rostro ladeando este, para mirar a la figura que entre las ramas de los árboles se encontraba, añadiendo con una voz profunda y ronca. — Mmm, veo que tengo compañía aquí... (...)
Estaba despreocupada, que otra cosa si no, y recostada sobre la rama de un árbol en un día espléndido en el que el sol entre las ramas del follaje apenas y le molestaba. Aunque todo habría sido incluso mejor con un tarro de cerveza y probablemente debía regresar al campamento con sus compañeros para proponer ir a saciar aquélla sed de la mala.
Sin embargo algo la sacó de su tranquilidad. Eran pasos fuertes y pesados que incluso el árbol podía sentir en sus raíces notando aquélla presencia con sus agudizados sentidos. Sin embargo no pasó mucho tiempo para que no fuesen necesarias sus habilidades para darse cuenta de que aquél hombre colosal no era de por ahí.
—¿Por qué? ¿Por qué siempre tienen que ser hombres bestia y no lindas ninfas?— Reclamó en voz muy baja a los Dioses su suerte, más él se veía un tanto perdido... decidió llamar su atención de la manera más infantil posible, lanzando una de sus manzanas directo a su espalda, quedándose oculta entre las ramas.
La pérdida de Akasha y la transición y evolución de ella a Riku, había sido un tema bastante complicado para Alastair y su descendencia, era difícil explicar lo que había ocurrido, y claramente aturdido por los sucesos el enorme leviatán humanoide decidió moverse sin dirección, recorriendo kilómetros sin rumbo hasta pasar más allá de los oscuros bosques que rodeaban la guarida bajo tierra de aquel hombre bestia.
Sus pasos fuertes y retumbantes lo habrían llevado a un bosque de doradas hojas, como si estuviese en eterno otoño y la realidad era que no sabía en dónde se encontraba, a pesar de sus agudos instintos. Cuál monstruosidad sin capacidad de ocultarse, el hombre simplemente cubrió su rostro y y hombros lo más que pudo con su capa destartalada, intentando encontrar su camino en este nuevo lugar.
