Sus dedos presionaron contra su cintura para apegarla mas, el beso se volvió más intenso pues en esos momentos no podía pensar nada más que en ella, en protegerla y tenerla solo para ella pero ese anhelo se esfumó pues sus palabras le regresaron a la realidad provocando que se apartará lentamente respirando aún agitada. Asintió con su cabeza, entendía pero su instinto dictaba otra cosa. — Yo...debo irme. — Fueron palabras para si misma, en su interior luchaba por silenciar ese deseo.
Dejó escapar un sonido agudo, suave, corto, antes de que sus labios se unieran con los de ella, ese sonido que sabía la haría reaccionar de una forma incluso más intensa pues Violet no solo estimulaba su olfato, sino todos sus sentidos. Era peligroso, sucumbir a esos deseos en un lugar en el que cualquiera podría encontrarlas, y tenía que usar toda su fuerza de voluntad para detenerse... se separó, respirando un tanto agitada, sintiendo su aliento sobre los labios. —Regresa a tu guardia... Mira estará aquí en cualquier momento...
¿Cómo podía simplemente resistirse a eso?. Nuevamente como aquella noche se repetía, ese intenso dolor en su pecho, su incapacidad de controlarse ante esa mujer que deseaba proteger con su vida. Le tomo por la cintura apegando más su cuerpo al propio y sin poder resistir mas le dió un suave beso en sus labios, suspiró al sentir el tacto antes de volver a besarla esta vez con mayor intensidad, con mayor anhelo.
—Entonces, loba escandalosa, guarda silencio...— Susurró, bastante cerca de sus labios. Era casi insoportable, su instinto le pedía estar cerca de ella... despacio rodeó su cuello en un abrazo.
Suspiró, no pudo resistir mas. Terminó rodeando a la albina con sus brazos, inclinó ligeramente su cabeza para apoyarla sobre la ajena. — No cuando me pueden cortar la cabeza...a eso me refiero por peligroso.
—¿Qué no se supone que deberías protegerme del peligro?— Sintió su cuerpo apegarse al de la loba, y exhaló un suspiro. La última vez que se sintió de ese modo había sido mucho tiempo atrás.
Había cerrado los ojos. Era imposible tenerla cerca, pero al escucharla hablar volvió a mirarla. —No...— Quizás era capricho, o la atracción que le hacia sentir, delizo la mano hacia la nuca de la loba, y se acercó un poquito más.
