— Con la actitud que tomas, me haces parecer una niñera. — Pero tras decir eso le miró detenidamente, algunas veces podía percibirlo y sabía que sus palabras podían afectar más de lo que imaginaba sin embargo la albina no escatimaba nunca a la hora de ser cruel con ella. — En cuanto tu herida mejore veré la posibilidad de llevarte de paseo. — Aunque era una posibilidad muy lejana no perdía nada con intentarlo. — Intentemos llevar lo que resta del día tranquilo, estoy harta. — Se recargó en la silla y la puerta se abrió, el te estaba listo. — Eso fue rápido...—

Se recargó en la silla soltando un suspiro, estaba harta de todo aquello... tanto que ni siquiera fue capaz de continuar fingiendo aquélla soberbia con la que le gustaba molestar a la loba. Se cruzó de brazos, desviando la mirada hacia el jardín. —Creí que me habían contratado una guardaespaldas, no una niñera.— Se quejó, más aparentando el berrinche de un infante. Era injusto que teniéndolo todo, la posibilidad de ver cualquier deseo cumplido con el chasquido de sus dedos, se sintiera tan fastidiada de su propia vida, de sentirse inútil y vacía.

Rodó la mirada con cierto desprecio, algunas veces realmente intentaba que las cosas fueran diferentes pero Violet simplemente no ponía de su parte. En cuanto la mucama entró Kate levantó su mano saludandola, quizás era la única persona que era amable con ella. — Si usted lo ordena, entonces así será. — Afiló la mirada fijandola en ella, era todo un reto estar cerca de ella. — Y toma tu medicina...—

—Creí que alguien de tu... estatus, sería más divertida.— Dijo con cierta arrogancia, y llamó a su mucama, una joven de su edad que se sonrojaba cada vez que Kate estaba cerca, era demasiado obvio como para no notarlo. Pidió el té, más le ordenó llevar dos tazas, un tanto sorprendida más tan extraño no era puesto que la joven dama de la mansión tenía a veces ciertos caprichos, obedeció, saliendo de la habitación. —Tomarás el té conmigo antes. Es aburrido tener que hacerlo sola todo el tiempo.— Ordenó.

Suspiró pesadamente y se encogió de hombros. — Solamente estoy haciendo méritos. No quiero que uses este maldito collar en contra mía. — Era resistente, si, pero no quitaba que fuera una tortura. Por su seguridad o no, Kate prefería evitar a toda costa ese dolor. — Trabajaré para ti, hagamos las cosas de la mejor manera, no pienso estar peleando todo el tiempo contigo. — miró su reloj. — Además pronto debo dar mi rondín. — caminó hasta tomar asiento frente a ella, mirando hacia los jardines.

Se había 'desconectado' del mundo, algunas veces le pasaba... quizás como efecto de pasar sola la mayor parte del tiempo, a veces se sentía como un ornamento más dentro de ese lugar lleno de los más exóticos objetos, traídos de todas partes del mundo, pero lejana, escuchó la voz de su guardaespaldas, que le hizo volver a la realidad. —¿Ah?— Giró su rostro hacia ella, una media sonrisa en sus labios. —¿Ahora eres amable? ¿Mi ternura ya ha logrado amansar al lobo feroz?— Observándola con interés, cruzó una de sus piernas encima de la otra.

Volvió a chasquear su lengua, ese tic tan marcado que tenía, resultado de su vida libre y poco sofisticada, comparada a la de esa coneja. Podía notar algunas veces esa mirada apagada, triste pero como su guardaespaldas no había más que pudiera hacer. — ¿Quiere que pida el té? — no podía meterse en problemas con la señora de esa casa, solamente debía cumplir con su trabajo.

Su respiración se tranquilizó un poco, quizás era una salvaje pero al menos era ingeniosa, cerró los párpados mientras dejaba el bolso sobre la mesita del balcón de su habitación, sin prestarle más atención a la loba, se dedicó a mirar el jardín de la mansión con cierta melancolía. —Tendrás que hacer mucho más que tirar puñetazos como una demente si deseas impresionarme. Cualquiera con tu fuerza podría golpear a un tonto.— La trataba mal a propósito, ¿Por qué? Tenerla cerca ya era de por sí complicado.

-Sus orejas se asomaron, estas temblaron ligeramente antes de agacharse y enseguida Kate trago saliva seguido a esto una risa nerviosa escapó de sus labios. - Pensé que te había impresionado lo suficiente, detuve a un posible atacante y le di una paliza. - No podía ser tan imprudente como quisiera, todas en ese lugar escuchaban, todo podía ser usado en su contra y era precisamente que eso le hacía desear mas ese maldito collar que el castigo de la dueña de ese lugar.

Entrecerró los ojos ligeramente, mirándola. Su mano con un movimiento delicado se introdujo en el pequeño bolso que llevaba, la loba sabía que era lo que guardaba dentro, quizás lo único capaz de controlarla. —No seas imprudente o me obligarás a usarlo...— Deberia aprender a mantener cerrada la boca. Incluso en esa enorme mansion en la que vivía, las paredes tienen oídos.