—Casi igual de bien visto que sus antenas, mi Señora Hormiga —aduló, en la ancestral forma de ser de los nobles en inventarse cumplidos de la galera–. Sin dudas los difuntos animales en la que usted, con sus compañeros y compañeras echan banquete están regordetes.

La sombra de una sonrisa floreció en sus labios, sumamente complacida por la epicidad de los títulos. Poco le faltaba para escuchar el murmullo de trompetas dándole la bienvenida al hormiguero.

—Garrapata Calixto, qué bien nutrida os veo hoy.

Considero aquella la mayor cordialidad para saludar y halagar a una garrapata.

—Capitán Hormiga mágica, la más bonita y poderosa del hormiguero.

Agregó tal título, dándole una firme reverencia, muy similar a la que cualquier heráldico daría a una Doncella de su tipo. Fue suave, pero cálido.

—Está garrapata le saluda.

—Capitán Hormiga mágica.

Subrayó aquel título, que de lo contrario la hubiera dejado con la consciencia inquieta.

—Tiene sentido, Calixto la garrapata mágica. Hmm.— Un pulgar inquieto acariciaba su barbilla con un aire meditativo.

–En efecto, una garrapata mágica y Shani una hormiga mágica.

Imaginó que la metáfora fue "efectiva" de cierta manera. De hecho, si hasta era conocido su gusto por los manjares de la comida.

Se relamió los labios, ahora la luna se veía un tanto apetecible si lo consideraba con aquella divertida perspectiva; un queso inalcanzable.

—Entonces... eres... ¡una garrapata mágica! —no había rastro alguno de prejuicio en sus palabras, sino entusiasmo.

—Ah, es lo que se llama una metáfora. Algo que no necesariamente es así...–intentó pensar una, presionando su propio mentón– El sol es un pan y la luna es un queso. Ambos sabemos que no lo son, pero se parecen. Al igual que las garrapatas, me alimento de otros seres vivos de forma parasitaria, pero no uso mis dientes ni chupo su sangre, vale aclarar.

—¿Muerdes al dar con calor? ¿Chupas la sangre e inoculas saliva al mismo tiempo? Tu anatomía no se adapta a la descripción de una garrapata, pero quizá...— Dedicó un vistazo rápido por debajo de su ropa, por si acaso.

—Mentiría si dijera que alguien puede hablar tan dulcemente de las garrapatas, animal que aborrezco, aunque de cierta forma me veo identificado ¿Y si soy una garrapata?

—Igual que una garrapata. O bueno... casi. La garrapata va a morder, la mariquita al menos sabrá que no es invierno.