—"Bendita ignorancia" —repitió con simpleza, hasta sonreía por su mención—. Gracias por tus palabras, ya nos veremos.

Caia sonrió y asintió con la cabeza—. La ignorancia también es un privilegio, pero me alegro. Buen día.

—Soy más generoso entonces, sier, con intentar comprender ya soy feliz, feliz de iluminar un poco mi ignorancia.

Por supuesto. Es el «presente» después de todo. Como tal, debe ser apreciado. Sin embargo, esto es un privilegio: pocos lo pueden comprender.

—¿Crees entonces que los milagros suceden siempre, sier? En todo momento, a toda hora.

El milagro no es poder ser capaz de caminar sobre el agua o cualquier otro evento inusual como el poder volar, por ejemplo. El milagro es poder caminar sobre la tierra. Se reúne en todas las actividades diarias. Eso es lo que yo creo.