Ese masculino nombre cacareado por el mayor la hizo enrojecer y tambalear el curso de sus brutales embestidas que exuberantes llegaban a rebozar el primer millón. Cada pensamiento inoculado podía hacerla desorientar y confundir. La fiebre que desencadenaba en Nanami era apreciablemente su notorio punto débil.

—¿Hi-...Hinata-kun...¡Di-...dijiste que no le conocías!—

Dejó el mando cuando escuchó el segundo nombre entrando en un especie de trance. Su imparable imaginación a veces podía jugarle a desventaja y trastornarla convirtiéndola en una muñeca viva con sensaciones humanas de celos y envidia.

—Ella...¡¿Ella va a quitarme a Hinata-kun?!—

Un quejido salió de su caliente gargantita y acabó en seco "enferma en desesperación", desconectándose de la ficción y cubriéndose el rostro abochornado como un adorable tomatito con la consola en frente mostrando la puntuación final. 1 millon y medio.