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【मौत।.】
 
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RaidouKuzunoha · 51-55, M
el mundo, y el mundo era un don nadie para él. Sin embargo, no podía escapar a su naturaleza, así cómo aquel individuo celestial frente a él tampoco era capaz de escapar de la suya. El destino una vez tocaba su puerta, queriendo que fuese él quién, una vez más, se encargase de los problemas de algo que no le incumbía. Pero no podía rechazarlo, ni siquiera la posibilidad de desprenderse de sus labores pasaba por su mente, sabía lo fatídico que era el destino que había aceptado en aquella ceremonia de iniciación, y el recorrer los caminos de un invocador hizo crecer en él es inextinguible fuego de la justicia.

— Aún si lo haces sonar tan sencillo, no podría luchar junto a alguien que no accede bajo su voluntad. Después de todo, cuando finalmente estemos al borde la muerte, recordaremos que fueron nuestras propias decisiones las que nos llevaron allí, y no la ineficaz dirección de un superior. Morir sin remordimientos. — Sentenció con la misma calma cínica de hace un rato.
RaidouKuzunoha · 51-55, M
— No es la primera vez que escucho eso viniendo de alguien cómo tú. Sí, la humanidad siempre ha sido conocida por matarse unos a otros, según nos condenan. Pero si ese problema existe, es porque seres cómo tú influyen en nuestro mundo para provocarlo, solamente para su mero disfrute. Y no puedo dejar que eso vuelva a suceder; aún si solamente es un peligro de los millones que vendrán, es para esto que fui entrenado. —

A diferencia del tono que le hostigaba con aquella acusación tan tempestuosa, el suyo era serio y honesto, quizá podría ser confundido por un robot si no fuese por las pequeñas pausas que hacía en búsqueda de palabras que articular después de las ya pronunciadas. Sabía que su pensamiento podría ser egoísta, hasta cierto punto egocéntrico tal vez, él no era ningún mesías, ni un salvador. A los ojos del mundo, era un simple detective, a quién nunca se le había prestado atención más que cómo un simple transeúnte de la sociedad; en realidad, él era un don nadie par
Karna1577158 · 100+, M
—¿Por qué defender una humanidad? —preguntó, a modo de un claro ataque a su propuesta—. Son seres de tan perversa condición que no sé si existan peores.
Exclamó Vasusena, quizás era su forma de contemplar la dignidad ajena, o simplemente entender porque había dejado su identidad atrás en un afán tan interesado a salvar, a lo que según Karna pregunta, una humanidad corrompida. No tiene deseos de luchar contra él, no al menos con la violencia. Más no puede evitar desear en su interior la existencia de una razón que trascienda la mundana carne viva, y que se alejé de los pecados de los cuales ni siquiera él puede escapar.
—Yo soy solo un arma, me apuntas y me usas...–concluyó, mientras apagaba aquella flama de su mano– Tus deseos son los que guían su filo ¿crees que la humanidad estará a salvo una vez que obtengas tanto poder?
Karna1577158 · 100+, M
Pese a que muchos con la condición casi brahman se distinguían por su súbita diferencia al trato; Karna mantenía su esencia guerrera, e incluso en su vida temprana era famoso por su generosidad, sin embargo, ahora solo parecía ser cenizas de lo que alguna vez fue.
—¿Y hay entonces una amenaza mayor para la humanidad que la humanidad misma? —sentenció con escepticismo.
Lo miró fijamente, dejando ver el súbito brillo en sus ojos de forma viva, que se clavaba en el contrario intentando discernir su verdadera naturaleza, en la cual parecía verse reflejado él mismo.
RaidouKuzunoha · 51-55, M
— Ser un invocador requiere dejarlo todo atrás. No tengo nombre, ni pasado, tampoco familia. Solamente soy Raidou Kuzunoha, un detective de la Agencia de Detectives Narumi. —

Mientras daba aquel pequeño discurso, sus manos se movían por dentro de aquella capa oscura, cómo un mago que ocultaba sus trucos. No tardó mucho antes de que su katana se clavase en el suelo del recinto, y su revolver gentilmente fuera desplazado a un costado, indicando con aquellos gestos que él no quería hacerlo de la forma violenta. Hasta dio unos pasos al frente, no muchos para guardar las distancias, pero los suficientes para que sus armas quedasen alejadas de él.

— Pronto. No puedo decir cuando, ni donde, mucho menos cómo. Pero pronto una amenaza va a azotar a la humanidad, y necesito toda la ayuda que pueda conseguir antes de que ese momento llegue. Así que, una vez más, pido que me brindes tu apoyo. —
RaidouKuzunoha · 51-55, M
Su mirada rápidamente siguió aquella llama en un acto reflejo, fue solamente por una fracción de segundo, pero fue suficiente para que al voltear su mirada, ahora chocaba con la ajena en un intenso duelo de miradas, donde no hacía falta mucho más para sentir que la tensión del ambiente empezaba a aumentar en lo que constantemente era atacado por las preguntas del místico ser. Pero él se mantenía calmado, a pesar de que sentía su cuerpo calentarse por las llamas que iluminaban los fogones de la cripta, cómo un despiadado desierto abrasador, todo lo que había en su mente era la sorprendente tranquilidad con la que la deidad frente a él abordaba el asunto, en vez de ir a las armas cómo otras veces había sucedido. Llevó una de sus manos a su mentón, tomando dicha parte con sus dedos índice y pulgar en una expresión pensativa, antes de proseguir con aquella charla.

— Verás, mi nombre es Raidou Kuzunoha. Es lo que soy. — Sentenció de manera franca, antes de proseguir.
Karna1577158 · 100+, M
o siquiera de sorpresa por ver al hombre en cuestión.

—¿Para qué guerra? ¿para que batalla? —pensó en ese momento en el favor de los hombres, de los magos, de los señores de la guerra.

Con escepticismo, hizo sonar su kundala al dejar caer su rostro, clavando sus ojos en él.

—¿Quieres destruir por venganza, o por poder? Dime tu nombre. Y el de tu enemigo.

Esperaba aquello, será otro mago avaricioso, será otro dios que se burla de las hormigas que pelean sus batallas, y él solo su instrumento.
Karna1577158 · 100+, M
Pese a ser el Hijo del Sol, en ese lugar solo había oscuridad. El paso del tiempo era inclemente, y el sitio se respiraba la pesadez de la ausencia de vida, cierto es, que tras esa puerta se encontraba lo que alguna vez fue una leyenda, lo que alguna vez fue el guerrero más poderoso de los reinos hermanos, pero ahora solo se trataba de un espectro. Los kundalas brillaban cual fogatas, más la esencia de Vasusena se encontraba disipada en largos años de absoluto vacío, de absoluta nada. Llevaba grandes años, tantos como para olvidarse del mundo exterior. La figura que era alta, contempló al cazador, más no le atacó. Quizás pensaba que no era real, su mano diestra se levantó para engendrar de ahí una pequeña llama que iluminaría aquella amplia cripta, en la que nada valioso yacía, incluso su lanza, herramienta sagrada, se encontraba tirada en el suelo como solo una basura más.

—Hace tiempo que no oía ese nombre...—exclamó, con una voz suave, pero absolutamente carente de motivación...
RaidouKuzunoha · 51-55, M
almacenada en aquel antiguo templo que se había mantenido muy bien a pesar del tiempo. Pero sintió que ya había retrasado mucho su entrada, y que el ser que estaba ahí dentro ya pudo haber sentido su presencia incluso antes de llegar a la zona. Empujó con fuerza ambas puertas, abriéndolas y vislumbrando una figura humanoide de gran porte dándole la espalda. Lo único que podía distinguir por la distancia, además de su blanco cabello y las partes en rojo de su vestimenta, era un gran arete dorado. Fue suficiente para saber que se trataba de la "persona" que había estado buscando.

— Por fin he dado contigo, Karna. Soy Raidou Kuzunoha, he venido a solicitar tu fuerza. —
RaidouKuzunoha · 51-55, M
Había sido una travesía lejana, incluso dar con su existencia fue un arduo trabajo de investigación. Ni hablar de si Raidou tenía las cualidades suficientes para poder no solamente ver y percibir al héroe, sino para poder invocarlo y formar una alianza que a ambos les beneficie. Pero todo estaba hecho; la gran cantidad de dudas se habían disipado, y las que no, estarían por disiparse con tan solo abrir la puerta frente a él. Era una gran puerta doble, pero al contrario de lo que podría esperarse de alguien que parecía ser más divino que humano, no poseía ningún tipo de grabado ancestral, ninguna inscripción, era un simple puerta rudimentaria que servía únicamente la función que tenía propuesta más que para exclamar que en su interior residía una entidad sumamente poderosa y que podría poner en peligro la humanidad entera si cayese en las manos equivocadas. Se quedó unos minutos contemplando la puerta, pensando en aquella implicancia, cómo si se tratase de un arma de destrucción masiva

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