** La hoja Kanesada se mantuvo en paz durante muchos días, luego de cumplir con sus misiones de rutina, regresó hasta el templo supremo donde su amo e invocador aguarda por cada uno de ellos, no sólo para reparar sus heridas sino también para regrésarlos a su descanso eterno en cada una de sus respectivas épocas; pero algo extraño pasaría esa tarde. Despertó sintiendo algo de incomodidad sobre su columna, su visión había cambiado así como su paladar y su olfato. Su oído era tan sensible que podía percibir ruidos a mucha distancia, se encontraba aturdido ya que aquello no era común**
*Grita con sorpresa muy suavemente y detiene su andar, pone sus manos al frente y las agita negando junto con su cabeza pero en movimientos muy sutiles para que el lobo no se enfade mando se asusté tampoco*
No pienso hacerte daño...yo te conozco, esos ojos son únicos, solo tuyos ¿pero por qué estás convertido en un lobo?
*Le habla sin siquiera saber si en realidad el le entiende*
** Permanece atento y silencioso al notar la presencia de aquella chica; aunque su aroma le parece familiar, no se confía de más y simplemente da algunos pasos hacia atrás moviendo al menos en dos ocasiones su cola antes de gruñir y mostrar la blanca línea de incisivos, colmillos y premolares en señal de advertencia**
