-Tienes buenos reflejos, le daré méritos a eso- una espesa bruma venenosa de color violeta comienza a apoderarse de aquel sitio, de inmediato una risa infantil se deja escuchar, el asesino iniciaba su juego, ella prefería los ataques desde las sombras. Su veneno inmovilizaría a la víctima, y sus cuchillos lo alcanzarían desde cualquier punto, dejándolo herido sólo para que se pudiera acercar a darle el golpe de gracia.
Siguió su camino, sin embargo algo aún no le parecia normal. Pudo percibir el vuelo de aquella arma acercándose sin embargo demoró mucho en notarlo, la precisión fusionada con la velocidad del objeto filoso terminó por rozar el lado derecho de su cuello, dejando un corte limpio que no sólo empezó a sangrar sino también cortaría algunas hebras de sus cabellos antes de terminar impactando sobre el suelo —Demonios... ¿Qué rayos fue eso?... ¿enemigos aquí?— expresó con voz molesta, al tiempo que empuñaba su espada y adoptaba un postura más defensiva.
Como todo buen cazador y asesino ella esperó el instante adecuado para hacer su movida. Cuando el hombre dio ese paso, ella sabía que su defensa estaría descuidada, especulación que intentaría aprovechar al máximo con un ataque a larga distancia -Muere y entregame tu alma- toma uno de sus cuchillos y lo lanza con mucha precisión hacia su objetivo
La melancolía de volver a su hogar lo mantuvo ensimismado durante algunos segundos, la luna hipnotizaba su vista y la caricia fría de la fuerte brisa nocturna parecían adormecer cada uno de sus sentidos, por lo que no notó aquella presencia oculta. Un aroma muy particular de momento invadió aquel espacio tan solitario, algo no estaba bien, pero no era el momento de detenerse a analizar esos detalles... dio un paso adelante y se dispuso a seguir su camino.
