Había transcurrido una semana y aquella joven no había presentado señales de vida hasta aquella noche, los parpados de la habitante de Shioshishio se abrieron con suavidad, aquellos enormes ojos azules esperaba encontrarse con Hii-kun, o Chisaki, o Kaname, algún rostro conocido, después de todo, ellos habían prometido estar cuando ella despertara, incorporo la mitad de su torso de forma algo precipitada, pero a su alrededor solo podía observar lo que parecía un lúgubre lugar, ninguno de sus amigos se encontraba cerca y, a pesar de tener 14 años de edad, Manaka siempre había trastabillado atrás de sus amigos, siempre había sido protegida por ellos y, a pesar de haber mostrado gran avance cuando llego a la superficie por primera vez, estar sin ellos la hacía sentir realmente sola y asustada, pudo haberse soltado a llorar pero el rostro de marfil que se encontró la hizo contenerse, el rostro de Kanato parecía preocupado.
- ¿Tú, me has estado cuidando todo este tiempo?
Cuestiono con una dulce voz aquella habitante del mar para posteriormente obsequiarme una muy gentil sonrisa. Así que después de todo, no había estado sola todo ese tiempo.
- Los habitantes de la tierra, siempre han sido muy amables conmigo.
Froto sus ojos para que no se le escaparan las lágrimas.
