KanaoTsuyuri

Te quedo de lujo tu tapiz!

La reacción de la menor llamó su atención. ¿Acaso la había sorprendido? Con el arduo entrenamiento que había llevado a cabo, Kanao suele estar alerta, pero no en esta ocasión. Su intuición le decía que efectivamente, el encuentro con aquellos chicos, y posiblemente con el mayor de los Kamado, había dejado un efecto positivo en la menor.

—No es nada malo. No te preocupes. Pero quería ver si estas bien. —

Discreta, elevó su mano diestra, para posar entonces el dorso contra la frente de Kanao; mientras revisaba visualmente a la menor. Al menos físicamente aparentaba estar bien. Pero eso ya lo sabía. Era mas que obvio que se trataba de un cambio interno, pero no quería llegar directamente tocando el tema, o corría el riesgo de que su hermana se sintiera incomoda y evitara el tema.

—Fiebre no tienes, todo indica que estas sana. — sonrió, mientras retiraba su mano. — Y dime, ¿qué opinas de los chicos? Creo que Tanjiro-kun es bastante decidido. Llegará lejos. —

A pesar del gesto amable que adornaba su rostro, estaba totalmente alerta de los cambios faciales y corporales que pudiera mostrar la contraria tras mencionar aquel nombre. Estaba segura que sólo él podía ser el causante de esto. Y no era por menospreciar a los otros dos cazadores pero, Zenitsu asustaba a cualquier mujer que se le acerque, e Inosuke… pues… es él.

Era un día tranquilo en la Finca de las Mariposas, sin mayor novedad, excepto por un pequeño detalle: Kanao. Shinobu, junto con su hermana Kanae la habían comprado hacía unos años, liberándola de un futuro incierto. Y si bien, en un inicio estuvo en desacuerdo, terminó por tomarle cariño a la menor.

Lo que sí, es que esa manía que tenia de no tomar decisiones por si misma, evolucionando luego al uso de una moneda le causaba cierto repelús. Con el tiempo se había acostumbrado, o mejor dicho, resignado, pero recientemente había notado un pequeño cambio: Kanao parecía dejar de usar aquel método. ¿Qué pudo haber pasado? Quería saberlo. Recientemente habían recibido a un grupo de cazadores malheridos tras combatir contra una familia de demonios, sí es que se les podía llamar así a esos seres despreciables. ¿Sería acaso que su interacción provocara este cambio? La curiosidad le carcomía. Seguramente que sí alguien le preguntara, aseguraría que su preocupación es meramente cómo maestra; pero en el fondo, también lo hacía cómo hermana.

Es así que, aprovechando un día sin responsabilidades en el exterior, y que ambas estaban en la finca, se acercó a ella. Tras recorrer el lugar, logró encontrar a su pequeña hermana, tranquila, cómo suele ser. ¿En qué estaría pensando?

—Kanao-chan, ¿Estas ocupada? —

Mencionó en un tono de voz que casi parecía una melodía. A la par que aquella sonrisita aparecía en su rostro cómo era costumbre. Costumbre que adoptó tras aquella perdida tan dolorosa.