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—Aquí fue la vez que rapté un hara—.
“E incendió un pueblo.”
—...E incendié un puebro—.
Recuerdos de algo que finalmente olvidó; pudo haber vendido aquél mágico ser en algún pueblo humano de mala muerte, o lo mismo con orcos y demases razas destructivas. La realidad es que por necesidad, acabó comiéndola y la pequeña en su afán de no morir en vano maldijo su propio cuerpo para envenenar el de la albina de por vida.
 

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