Enarcó la ceja cuando la rubia le tomó de la mano, la elevó y la olfateó, había sido muy atrevido de su parte, pero eran pequeños detalles a los que el hombre comenzaba a acostumbrarse.
─ Sube al vehículo, ya veremos qué hacer ─ rezongó claramente abatido por tanta cháchara de su parte.

Ambos subieron a la limusina, Kaiser del lado que daba hacia la ventanilla del chófer, a quien se dirigió murmurando algo. EL chófer asintió y comenzó el viaje.

─ Primero que nada, pasaremos a un sitio primero. Ya después veremos lo que pasa ─ una pequeña sonrisa ladina se dibujó en los delgados labios del hombre.

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