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KaiserTahoma · 26-30, M
Le interesó la pregunta de la mujer, se notó en su expresión facial.
Es una dama elegante, con un toque misterioso, un presencia poco común para un lugar y personas con las que está por codearse. Cómo le dije antes, son bastardos asquerosos. Somos, debo corregir ─ una amplia sonrisa se dibujó en su rostro, pues se había incluido en el saco.

Negocios, de igual manera. Creo que eso lo tenemos claro ambos. Sin duda, qué esta reunión se tornará interesante. ─ afirmó con seguridad. Estaba mirándole cuando de pronto el pitido del ascensor señaló que habían llegado y lentamente las puertas abrieron paso a un enorme corredor blanco, con techado de por lo menos diez metros de altura y enormes ventanales al fondo.
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—¿Y que tipo de mujer soy yo, monsieur?— Cuestionó de vuelta, sin embargo optó por ceder un poco y dejar a un lado su faceta defensiva, no tenía sentido enemistarse con una personas que tal vez podría seguir viendo desde ese momento en adelante, no tenía idea de que tipo de papel jugaba ese hombre en la organización, pero si tenía gente a su cargo seguramente sería, por lo menos, un lider pequeño.

—Creo que lo mismo que a usted Kaiser, negocios, solamente eso podría reunir a la gente que poco o nada tienen en común ¿No le parece?— Dirigió su vista a los números sobre la puerta, parecían avanzar tan lento, pero era tal vez esa pequeña ansiedad que tenía de salir de ese espacio que estaba compartiendo con aquel pelinegro —A menos de que a usted lo traiga otro tipo de razones—
KaiserTahoma · 26-30, M
Fue notorio el enojo en la mujer, su expresión facial lo decía todo. Algo que llamó mucho la atención del hombre. En su país, e incluso en USA, las mujeres que acostumbraba a tratar eran sumisas, no mostraban ningún gesto por más grosero que él fuese con ellas. Estaba claro que se había pasado de la raya con sus comentarios, pero todo era parte de su mentalidad: "no la volveré a ver después de este instante".

Ahora que nos hemos presentado, ¿Qué es lo que una mujer cómo usted busca en el piso 12 de este edificio? Ahí solo hay escoria ─ había soltado una frase trampa, quería saber si estaba dispuesta a responder de la forma cómo nadie se atrevería.
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Fue quizás por esa forma de responder o esa mirada altanera con la que osaba mirarle que Evangeline, sin querer ocultarlo, se molestó bastante, consideraba que había sido lo bastante educada como para recibir un trato similar por parte ajena, afiló la mirada, tan roja como la sangre y su ceño se frunció ligeramente, dándole una expresión severa a aquel precioso rostro de rasgos inocentes, resopló silenciosamente, le habría gustado que las puertas del ascensor se abrieran en ese instante para poder irse, pero aún faltaban algunos pisos más por recorrer antes de llegar a su destino.

—Evangeline, ese es mi nombre— Respondió con tono cortante, más no por ello perdía sus tan refinados modos, arraigados a su naturaleza desde hacía muchos más años de los que aquel hombre pudiese imaginar. Y por supuesto, omitió su apellido de manera premeditada, pues si bien los Blackesley no eran reconocidos fuera de tierras europeas no consideraba necesario revelarlo todavía.
KaiserTahoma · 26-30, M
Cómo la mayoría de los provenientes de su país, él no era la excepción en sentirse superior a una mujer.
Tahoma, Kaiser ─ respondió en seco. Estaba seguro que difícilmente le pudiera reconocer.

A decir verdad, era raro que una fémina tuviera tanta confianza para dirigirse a él, eso le brindaba un poco más de información. Además, claro, de su peculiar acento. Era toda una dama, y por lo visto, una mujer con carácter. Algo interesante. Él disfrutaba de conocer gente que se salía de lo ordinario.

¿Cuál es su nombre, señora? ─le miraba altanero. Encasillado en sus pocos valores de cordialidad.

El ascensor subía lento, cómo si quisiera intervenir en dicho encuentro.
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Esperaba, si debía ser sincera, que la comunicación entre ella y aquel caballero se mantuviera en la nulidad, no tenía intenciones de forzar interacción alguna y mucho menos si no había recibido respuesta a su anterior comentario, sin embargo era claro que los planes del pelinegro eran otros muy diferentes, la profunda mirada de la vampireza se fijó en la contraria cuando la cuestionó de una manera tan directa e incluso, a su parecer, un tanto grosera. Adjudicaba aquello último a la diferencia cultural pero aún con esto en mente no pudo evitar enarcar una ceja.

—No creo estar segura de a que se refiere, señor— Replicó mientras se giraba un poco también, denotando que su atención estaba puesta en su ahora interlocutor —Y en todo caso, creo que antes de hacer preguntas con tan poca cortesía debería presentarse correctamente, no conozco su nombre y sin embargo lo veo dispuesto a hacerme un interrogatorio—
KaiserTahoma · 26-30, M
De momento no respondió, dedicó la mirada a la pantalla del marcador. Aunque pareciera que no hacía nada en particular, analizaba cada detalle que llegaba a sus sentidos, tales cómo el aroma de su fragancia; era un perfume caro sin duda alguna. Su acento, fácilmente identificable su procedencia, pero tenía un talento para un inglés considerado perfecto. A pesar de que el hombre también era una extranjero, manejaba el idioma de forma excelente. Todo en ella era excepcional, no parecía la acompañante de ninguno de los hombres que estarían en la reunión.

¿De dónde proviene tanta confianza? ─ cuestionó e hizo una pausa. Giró el cuello para poder asentar la mirada sobre ella, claramente más baja de estatura que el asiático de 190 cm.─ No tiene escoltas, y sin duda alguna no encaja con el perfil de los bastardos del piso doce ─ soltó con un tono sereno, sin titubeos o tartamudeos.
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—Supongo que vamos al mismo destino...— Mencionó una vez que las puertas del elevador se hubieron cerrado, su voz sonaba suave y tenía ese acento que denotaba su origen francés a pesar de que dominaba el idioma a la perfección, sus ojos de carmín se fijaron por un momento en aquel que la acompañaba, le causaba cierta curiosidad pero no querían caer en la imprudencia con un desconocido.

De nuevo se hizo el silencio entre ellos, la vampiresa acomodó algunos de sus albinos cabellos detrás de su oreja mientras esperaba a que el lento avance del ascensor finalmente se detuviera.
KaiserTahoma · 26-30, M
Se adentró al ascensor instantes después de la despampanante mujer. Discretamente le miró caminar con la vista en sus tacones y un poco más arriba.
Se posicionó a su lado en posición de firmes, se notaba que era un tipo metódico a simple vista.

Piso 12 ─ contestó directamente con una voz grave sin apartar la vista del frente, justo dónde sus hombres se mantenían erguidos.

Esperó a qué la dama oprimiera el botón, pues el panel estaba de su lado.
La hora se acercaba, la reunión estaba por comenzar. Todo se estaba alineando a la perfección.

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Apenas se inmutó cuando al grupo de hombres hizo acto de presencia, su mirada los estudió por un par de segundos antes de volver a observar las puertas del ascensor que estaban a punto de abrirse, era claro quien estaba a la cabeza de aquella elegante comitiva, no solo por su forma de vestir sino por la manera en que los demás actuaban a su alrededor. Cuando el paso le fue cedido hizo un suave asentimiento con la cabeza a manera de agradecmiento y avanzó hasta adentrarse en el cubiculo y esperó, suponiendo que alguien más abordaría con ella.

—¿Piso 12?— Cuestionó con tranquilidad mientras marcaba el número mencionado, no por haber adivinado sino porque era a donde ella se dirigía y aunque había margen de error podía asegurar que aquel de cabellos oscuros, junto con su grupo, se dirigían al mismo lugar que ella, después de todo personas normales no tendrían asuntos que atender en un sitio como aquel a esa hora de la noche.

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