No agradezcas... *Su olfato clarividente, una habilidad para detectar las auras ajenas, le advierte que en ese momento no hay nadie, por lo que debe darse prisa si no desea derramar sangre, frente a los ojos del pequeño conde.
Con una mano, coloca una barrera entre el cuello del niño y la daga.* Procura que no tocar tu piel con la mía hasta que yo te levante... *Advierte una vez, para reducir su aura a sólo una leve cubierta delgada en su cuerpo y concentrar el restante en la daga, para comenzar a fundir el metal de la misma, como si fuese mantequilla. Esto, gracias a que el acero Drainuim, fortificado con el aura del portador, al ser un material preciado para los demonios en el uso de armas, hace palidecer a otros metales.*
*Caminando con una gracia letal y salvaje a la vez, aún con el aura envolviendo su cuerpo entero, se acerca al pequeño y, mientras se agacha junto a él, musita con un tono gélido.* Haz a un lado la cabeza...
-Alzando la mirada observaria al esparvis que habia llegado como era su costumbre usual al llegar de ese modo gallardo y solo se miro las cadenas sin decir mucho, pues lastimaban su garganta y cuello tosiendo un poco de sangre esperando que le ayudara a quitarse ese grillete y cadenas del cuello, ya que el no podia tocarlas-
*Hechizos, maldiciones. Todo aquello no significa nada para un ejecutor de divinidades. Un demonio mortífero, incluso para los mismos demonios, creado para matar al enemigo de Lucifer.
Envuelto en su aura demoníaca, energía tan corrupta que resulta destructiva a aquellas incompatibles, estoca la puerta con una espalda maldita, forjada en los confines del infierno; haciendo uso de su propia sangre. Hasta que está queda en el suelo, es que el joven demonio mira al interior, esbozando una sonrisa antinatural y tan bañada en maldad, que deforma sus, en algún momento, agraciadas facciones; aunando al gesto, que muestra una dentadura blanca platina, repleta de afiliadas fauses.*
Cometiste un grave error al meterte con el pequeño...
Tu sabes muy bien quien soy pequeño pastelillo, no es el momento de educarte, sin embargo la proxima vez que te encuentre sera mejor que estes preparado, no pienso ser tan indulgente hasta que pagues lo que debes.
Ella solo es tan libre como yo quiero que sea, si acorto sus cadenas en un instante la tendré haciendo lo que yo quiera, donde y cuando yo lo desee, ella lo sabe perfectamente o a que le atribuyes que no haya dicho nada sobre tu débil defensa?
